martes, 27 de diciembre de 2011

EL PEREGRINO EN PARO


El ministro de economía ha dicho que la cosa está muy mal, ¡qué derroche de inteligencia! De dónde habrán sacado a este talento, ¿del un, dos, tres?. Pues que está mal lo sabe hasta el mono del zoo; pero lo que importa no es eso, lo realmente importante es que este señor debería saber que los números y estadísticas con los que el juega se corresponden con vidas humanas. Cuando habla de productividad de una empresa determinada o de morosidad de un banco concreto, habla de empresas, de capital, que si bien tiene una repercusión o puede tenerla a nivel social y humano no es generalmente tan directa como por ejemplo los cinco millones y pico de parados. Cada uno de ellos es una historia diferente, con una individualidad y una subjetividad característica. Cada uno de nosotros, sin ser ministros de nada somos irrepetibles y tenemos los mismos derechos y obligaciones que los que sí son ministros de algo, de lo que sea.
Estos días de turrón, champán y abrazos hipócritas, un pequeño sapo recorre la geografía española, un sapo que no será besado por una princesa, sino por otro sapo, en todo caso. Un sapo en paro caminando desde Asturias Hasta Madrid, lugar en el que espera ser recibido, no ya por Rajoy, ni por el Rey, ni siquiera por Urdangarín, que según él estarán muy ocupados con sus asuntos, sino por uno de los ministros del reino, la ministra de Trabajo. De esa recepción no espera nada, no espera un trabajo, solo quiere ponerle cara a un parado, a una persona del mundo de los sapos, de ese mundo de fango, tan distanciado del de los políticos, de ese mundo sucio de los sin trabajo, de esos de abajo con los que no se mezclan ni para tomar un café, aún a sabiendas que sería el pobre el que invitase. 
Quizás le lleve alguna foto de su familia, para convencerla de que a pesar de su apariencia y de su pobreza es humano, como ella, con los callos en los pies que nunca tendrá ella, con la mugre en las uñas que nunca tendrá ella, con el corazón limpio como nunca lo tendrá ella por muchas misas purificadoras que visite.ç
Esa foto de la desesperación la acompañará a su cama cada noche para recordarle que hay otro mundo, que existen otros tipos de humanos sin coches oficiales, ni cortejo de pamplinas a su alrededor, ni tiparracos con pinta de chulos gorilones, como los de la selva africana, con micrófonos en los oídos para que se sepa que son lo que son, y que posiblemente llevan hasta pistola.
Y se lo contará al ministro de economía, al extrabajador del cabrón del banco especulador que nos condujo a la ruina en la que estamos y en la que está nuestro amigo el parado, uno de ellos, cualquiera de ellos.
Todos dirán que harán, todos trabajarán, todos intentarán sacarnos de esta situación en la que ellos no están ni estarán nunca jamás, a no ser que pase lo que debería pasar, que no pasará.
Nuestro amigo sí que llegará  a Madrid y hablará con quien le dejen, siempre que algún medio se haga eco de su andanza. Y le dirán y le prometerán y se volverá a Asturias donde quizás siga teniendo aún su casa y una pequeña cama en la que tumbarse a descansar sin tener que madrugar al día siguiente porque estará igual que se fue, en paro; pero eso sí  ya serán muchos más los que compartan su misma situación, al lado suyo, en el fango de los sapos.

Juan Carlos Vázquez

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