Estamos confundidos respecto a la equivalencia de dos conceptos, que si bien pueden o deben ser complementarios, no son equivalentes: Formación y Educación. Mientras que con el primer término designamos el nivel de conocimientos adquiridos o en proceso de adquirirlos, el segundo término, es mucho más amplio, ya que aunque considera los conocimientos, engloba también otros muchos factores que son imprescindibles para nuestro desarrollo social. Tal como en su día lo definió Jacques Delors, en la publicación para la UNESCO titulada “la educación encierra un tesoro”, la educación se orienta a formar tanto el saber, como el ser, el saber estar y el vivir con. El hombre es individual y alcanza su realización en contacto con el otro, en la socialización. Pues bien, la educación, pretende que las personas, desde pequeños deben aprender a desarrollarse en todos estos aspectos mencionados por Delors.
Todo esto dicho así, es impepinable, de cajón; pero por otro lado, la mente humana es selectiva y sabe quedarse o marginar aquello que le interesa o no.
Los padres nos preocupamos de que nuestros niños sean los mejores en el colegio en áreas como matemáticas, lengua y hoy día inglés, los estrujamos y los apuntamos en academias para conseguirlo; sin embargo, cuando son muy buenos en música, dibujo, gimnasia o cualquier otra área, procuramos desanimarlos a favor de nuestra visión egoísta de lo que son las asignaturas importantes. Somos tan estúpidos que creemos que nuestros hijos van a llegar a ser matemáticos, o físicos o miembros de la real Academia de la Lengua. Cuando será mucho más fácil que se puedan realizar en las actividades que consideramos de segunda, y que realizan motivados y con ilusión. Además, sobre todo nuestros niños, tienen que ser felices, en la escuela, en casa y en la calle, felices. Deben jugar, divertirse, reír, saltar y como dicen sus abuelas “dar mucha guerra”.
Por tanto la formación es una parte de la educación que abarca una zona mínima de su amplio espectro, es una simple transmisión de conocimientos. Pero esta formación es una formación orientada a obtener una “raza” moldeada desde las instituciones, desde sus propios intereses, acrítica y dedicada a la perpetuación de un sistema. Creamos, o mejor dicho, formamos, soldados sociales, defensores ciegos de un sistema impuesto y estúpido que hay que continuar por el simple hecho de que alguien así lo decide.
La formación debe ser ante todo crítica, la ciencia no es fija, las leyes no son estáticas, la sociedad actual no es la de hace 100 años, ni la de hace tres, estamos cambiando continuamente, en un proceso continuo de perfeccionamiento, (o no). Y debemos estar preparados, el sistema capitalista no funciona, no podemos seguir consumiendo como lo hemos hecho hasta ahora, hipnotizados por los mensajes comerciales de las grandes multinacionales. Ha caducado y necesitamos personas críticas capaces de ofrecer alternativas, no fieles seguidores de un régimen económico desahuciado.
Estos son los niños que tenemos que educar y desde estas premisas, de lo contrario tendremos niñatos llenos de avaricia y deseos compulsivos de tener todo lo que los medios le meten, con calzador por los ojos, aunque lo tengan todo, aún a sabiendas que hay quien no tiene nada. Porque eso sí lo saben, saben que hay pobres; pero los medios de comunicación se han encargado de hacer normal esa situación, convivimos con los pobres, pobrecitos; pero, por otro lado los necesitamos.
Un ejemplo de niñato puede ser nuestro querido Iñaki, un chaval nacido en el seno de una familia pudiente, formado en los mejores colegios privados, deportista de élite, marido de su mujer, con familia supernumerosa y con vivienda en EEUU, supersueldo por no hacer nada. Pues bien, este es un claro ejemplo de persona formada, eso no lo dudo; pero no educada, y esto lo afirmo. Estos Robin de los bosques, a la inversa, que roban a los pobres para hacerse ellos más ricos, estos monstruos creados por el corrosivo capitalismo, sin valores y que no saben ni ser, ni hacer, ni estar, ni convivir con. Seres individualistas, cuya vista no alcanza más allá de su propio ombligo y que la justicia si realmente es como debe ser, que lo dudo, pondrá en su sitio.
Juan Carlos Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario