Oleo sobre lienzo mío, como no, sigo haciéndolo todo yo |
Platón en su tiempo ya propuso la existencia de dos mundos,
diferentes pero interrelacionados, el mundo de los humanos, el mundo real y el
mundo de las ideas, qué pensaría este filósofo si hubiese conocido internet.
Si analizamos los eventos acontecidos en el mundo en los últimos
tiempos, movimientos sociales, manifestaciones, a nivel local o global, en
ciudades aisladas o en naciones enteras, nos daremos cuenta de la existencia de
una doble realidad, la realidad misma y la representación que de ella hacen los
medios.
La primera es sentida e interpretada por los que ocupan el
espacio social en el que se producen los acontecimientos concretos, los hechos
objetivos, los que se llevan los tortazos o los que entierran sus muertos. La
segunda realidad es la reflejada por los medios tras filtrarla por el tamiz de
la ideología que propugnan, una distorsión de la misma acorde a unos intereses
concretos y definidos, centrados en una cultura dominante que se intenta
proyectar como única. En el limbo existente entre estas dos “verdades” se
encuentran las personas, los humanos de a pie, los que por fuera solo son
pellejo, simple pellejo, las cuales se dividen en dos grandes grupos, de
acuerdo con la postura que adopten ante las informaciones recibidas. Estas dos
posturas son: por un lado el grupo de los interactuantes y por otro los interactuados,
los cuales se diferencian por la actitud que toman ante la información
recibida,; así tendremos los que toman posturas Inter-activas, buscan la
comunicación recíproca y por otro lado los que adoptan posiciones pasivas, son
meros receptores, es decir, los que tienen un “espíritu” crítico e inquieto
respecto de los mensajes recibidos y los que se resignan en una posición
pasiva, como simples esponjas que se tragan todo lo que le ponen en contacto.
Tomar una postura u otra ante los acontecimientos depende de
multitud de factores; pero cabe destacar la inquietud del ser humano por tratar
de descifrar la realidad desde su propia axiología, desde la razón subjetiva,
lo que sin duda nos hará un poco menos felices, ya que hay quien afirma y no le
quito la razón que la felicidad es el privilegio de los necios, y yo no soy
infeliz, que conste.
Los medios de comunicación de masas han sido y siguen siendo
una herramienta de control social, al igual que la religión, la pertenencia a
ciertas asociaciones o comunidades, etc. Mientras tengamos la mente ocupada en
temas disuasorios de la realidad, esta no nos afectará, o eso es lo que se
pretende, por lo que no haremos nada por cambiarla, ni siquiera la criticaremos.
Pero es en este escenario manipulador y desinformador en el que se abre hueco
un quinto poder, (el cuarto lo constituyen los mass media), la red, el
ciberespacio, como lo definió el profesor Aparici “el no lugar”. Este mundo
virtual es donde se da cita la verdadera política y expresión, las ideologías, es
un entorno crítico, divulgativo, de opinión, participativo, de comunicación
bidireccional, de información espontánea, sincronía o asíncrona, difícilmente manipulable
ya que es casi infinito.
La red, internet, ha propiciado la aparición de espacios
virtuales en los que es posible la comunicación y por tanto la discusión, y
estas a su vez posibilitan la existencia de las denominadas esferas virtuales,
en las cuales se incrementa la Democracia y se hace posible y real lo que en la
esfera social está cada vez más devaluado, la libertad.
Este sin gobierno, de este mundo paralelo, está llegando a
resultar un verdadero problema para nuestros gobiernos, (es decir, para
nuestros mercados) ya que el verdadero poder, hoy en día, no es el dinero, sino
la información, la información sobre este, y el verdadero poder por tanto,
reside en el control de la información. Si alguien llegase a controlar el
ciberespacio, controlaría el mundo real. Y en esta labor compleja están
enrolados los poderes económicos del mundo, en el control de la red social, en
el control de la libertad, en el único lugar en el que todavía es posible
desarrollar la democracia activa.
Juan Carlos Vázquez
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