jueves, 2 de febrero de 2012

FORD Y LA ENSEÑANZA


Acrílico sobre tela del autor que vuelvo a ser yo mismo
Título: "ya estamos hartos"

La nueva Reforma Educativa del PP tiene como principal objetivo “conectar el mundo de la empresa y de la educación”, lo cual, dicho así, a todos nos parece maravilloso. Además, lo diga Rajoy, lo diga yo o lo diga el “caganet” del Belén, suena bien, es una de esas frases petulantes y manidas usadas en los discursos de los partidos de cualquier signo político y que se pueden introducir en cualquier contexto.
Esta frase como eje principal y el discurso que le acompaña, se verá favorecido, sin duda, si en cada párrafo de la locución hacemos alusión a un país, que desde nuestra óptica cultural, se puede considerar modelo a seguir y que no es otro que Alemania. Así, nuestra frase inicial, el eje del discurso educativo será: “La reforma trata de imponer una enseñanza dual que trata de conectar el mundo de la empresa y el mundo de la educación, tal como se hace en Alemania”. Con esta refuerzo, la idea principal, la conexión empresa – educación, parece estar dotada de mayor impacto y de mayor credibilidad y por tanto mayor grado de aceptación social, ya que no nos engañemos Alemania es Alemania, (me refiero a la Alemania de hoy, no a la de ayer, claro está).
Con esta idea principal y todos los adornos y florituras que nos de la gana colocarle a su alrededor, ya tenemos el mensaje explícito que deseamos, que desean ellos quiero decir; pero si no nos limitamos a nadar por la superficie de la idea y buceamos en el océano de lo que realmente representa, si reflexionamos de forma crítica y profunda, podemos llegar a conclusiones contrarias a las ya expuestas. Podemos concluir que la idea es la implantación de un modelo Fordiano de educación, en el que los alumnos no serían otra cosa que partes insignificantes del engranaje del gigantesco mecanismo empresarial.
Se trataría de formación, no de educación, de formar a personas (piezas), conforme a la demanda de las empresas. Recordemos además que este sistema productivo en cadena tiene como fin último la venta del total de lo fabricado a bajo precio y el producto no es otro que la formación de las personas para su absorción por las empresas, es decir producir personas para su consumo por las empresas.
Con todo esto vemos, claramente como se produce una disociación intencionada de dos factores indisociables en toda enseñanza: educación y formación. Estos métodos de enseñanza basados en las economías de mercado (capitalistas), se orienta a formar personas para abastecer la demanda empresarial, para que este tipo de economía pueda continuar con su productividad agresiva e ilimitada, siempre dentro de los preceptos del consumismo salvaje que está devorando nuestra especie.
El producto resultante de estas “factorías”, seres clonados en estas cadenas de producción en serie, recuperan de nuestra memoria la obra de Aldous Huxley, “Un Mundo Feliz”, en la que hace una visión satírica del futuro de la humanidad, visión a la que nos estamos acercando cada vez más en la realidad.
Esta formación, disociada de la educación, se descarga de todos aquellos aspectos inherentes e imprescindibles del ser humano, el humanismo, los valores, la cultura, la moral y la ética que le acompaña, los aspectos sociales en pro de la defensa a sangre del hombre máquina relojizado y esclavo de sí mismo y de la producción.
La educación es tanto o más importante que la formación, al igual que la teoría y la práctica, lo empírico y lo humanista, lo individual y lo social. Nunca podemos ni debemos renunciar a nuestra vertiente humana en su totalidad e integridad, a nuestros sentimientos y emociones, a nosotros como lo que somos y no puede ser de otra forma, seres sociales, no y nunca seres aislados y mucho menos seres descerebrados usados como piezas de la inmensa y todo poderosa máquina del capital.
Si el discurso fuese otro, como por ejemplo: “El aprendizaje sobre la libertad lo adquiriría el hombre en su relación con el otro, debiendo la escuela formarlo para satisfacer sus necesidades (las suyas propias), enseñándole a trabajar en oficios y a saber desempeñarse en el ámbito fabril, pues el hombre trabajando se realizaría como tal y concretaría sus valores morales, elevándose sobre la naturaleza, al transformarla como producto de su labor”.
Vemos que este nuevo discurso considera al hombre como tal y orientado a su futuro trabajo; pero sin dejar de considerar en ningún momento sus necesidades propias, individuales, sociales, materiales, afectivas, etc. Este nuevo mensaje sería más acertado considerando todo lo dicho anteriormente; aunque no creo que podamos ponerlo en boca de Mariano ya que su autor fue C. Marx.

Juan Carlos Vázquez

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