Precios puestos al tun-tun. Es por poner algo, que lo aclare quien lo
tenga que aclarar, además este cuadro no es mío y como el autor
estará fiambre hace tiempo no tendré que pagar a la SGAE
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Chorche se colocó las extrañas gafas y pulsó el botón para
llamar el ascensor, al levantar la vista para averiguar en qué planta se
encontraba este, vio claramente, que en el lugar en el que sin gafas había
visto un código de barras, con ellas puestas veía una cifra de seis ceros claramente.
No comprendía el significado de todo esto, pero al llegar a la planta en la que
debía bajarse y dirigirse hacia la habitación de su amigo, comenzó a cruzarse
con trabajadores del centro, y todos ellos llevaban en sus batas y pijamas de
trabajo unas cifras impresas. Las cantidades que indicaban eran varias,
dependiendo de si se trataba de trabajadores de limpieza, auxiliares,
enfermeras o médicos, también el personal de mantenimiento, aunque este último
no era muy visible ya que llevaba la zona manchada de grasa y apenas se
distinguía el número que llevaba. Las cantidades iban en orden ascendente
conforme al rango o posición de estos trabajadores dentro de la empresa.
Seguía Chorche sin comprender el porqué de esas cantidades,
hasta que llegó a la habitación de su amigo, al que acababan de trasplantarle
un riñón y en el bolsillo superior de su pijama llevaba una cifra impresa,
visible con las gafas, 30000. Al ver Chuan la cara de estúpido de su amigo y
comprender el porqué, le explicó el significado de esa numeración. Este es le
coste de mi operación, 30000 euros y el número que lleva mi vecino de habitación
es el coste de su operación, las cifras que portan los trabajadores son sus
sueldos brutos mensuales, las camas, mesillas, baldosas, todo está marcado con
su precio. Chuan se echó a llorar, se sentía angustiado, se tapaba con su mano
derecha su ridícula etiqueta numérica. Ya ves, Chorche, toda la vida trabajando
y cotizando, para que cuando lo necesitas tengas unos servicios y una atención
adecuada. Y ahora te hacen sentirte culpable de tu enfermedad, hacen visible a
todo el mundo el coste de tu asistencia, haciéndote sentir culpable del gasto
que supone, como si yo hubiese elegido ponerme enfermo. Chorche se quitó las
gafas para no incomodar a su amigo y tras animarlo y cambiar de tema pasaron
una velada hablando de cuando eran jóvenes y de las travesuras que hicieron.
Cuando una trabajadora la llevó la cena, Chorche aprovecho para despedirse de
su amigo hasta otro día y salió del Hospital, rumbo a su casa dando un paseo.
Al pasar por el Ayuntamiento de la ciudad, tres coches de
alta gama con los cristales tintados, aparcaron en la puerta, casi lo
atropellan, y empezaron a bajarse de ellos personajes conocidos de la política
municipal con elegantes trajes, y otros personajes desconocidos con elegantes
trajes acompañando a los primeros. En este momento nuestro amigo Chorche se dio
cuenta que no había devuelto las gafas en el hospital y se apresuró a colocárselas.
Miró hacia los coches de alta gama y cristales tintados, miró hacia los
personajes conocidos trajeados que bajaron de los coches de alta gama con los
cristales tintados y miró hacia los personajes desconocidos con elegantes
trajes que acompañaban a los personajes conocidos de la política municipal con
elegantes trajes que bajaron de los coches de alta gama con los cristales
tintados. Pero no vio nada, no vio ni una cifra ni media, se quitó las gafas y
se las puso varias veces; pero fue en vano, no había cifras.
Continuó su paseo hasta casa y sin cenar se tumbó en la
cama; pero Chorche no pudo dormir.
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