domingo, 27 de mayo de 2012

PP Y PPITADAS


Sin palabras
Esperanza Aguirre, caudilla de Madrid, por la Gracia de Dios, no sabe silbar. Toda España silba y ella no sabe hacerlo y este simple hecho enoja a nuestra autocrática Princesa del Madrid de España, de su Madrid. Esta especie de abuela de la muñeca diabólica del PP de la derecha más derecha de la derecha, no sabe pitar con la boca y se enfada y como se enfada no juega y como ella no juega, no juega nadie. Así, imbuida del poder que ella misma se imbuye, se atreve a decir, en plan “reto”, “reto al pueblo”, que si pitan al Rey o al Himno de España, en la final de la copa del Rey, no hay partido, o en el mejor de los casos se jugará sin público, porque Madrid es suyo y ella no sabe silbar. Como la probabilidad de que el público pite al Rey, no es una posibilidad, sino una certeza, el Rey no va, y en su puesto pone al hijo, que solo es eso, el hijo del rey, y es lo que es porque lo parió su madre, nada más, como a todos. Al representar el heredero de la corona a su padre, (que se puede desplazar a Botswana a matar bichos con trompa; pero no puede asistir, en su propia ciudad, a un trofeo que lleva su nombre y el de la Institución que representa), las reglas del juego cambian, aunque no en esencia. Los pitidos de los asistentes al evento se redujeron a 17 segundos, que es lo que dura la versión laight del Himno en cuestión; pero se pitó, y mucho, y muy fuerte; y el partido se jugó.
Dos equipos de autonomías claramente nacionalistas se disputaron una copa que representa todo lo contrario; aunque yo creo que representa lo mismo; solo que a distintos niveles de concreción. Un Vasco o un Catalán, que defienden el nacionalismo de su tierra no hacen otra cosa que lo que hacen los nacionalistas de España frente al mundo. En un mundo globalizado, seremos nacionalistas todos los que no seamos mundiales, de esta forma un Español será un nacionalista de su nación española frente a Europa y un Vasco defenderá sus valores culturales como unidad frente a España o frente a quien sea. Por lo tanto, todos somos nacionalistas. Yo mismo reclamo mi independencia individual del resto del mundo, ya que yo soy yo y soy único e irrepetible, por lo que mi Estado Nación se limita a mí  mismo. Ya me preocuparé yo de crear mis propias instituciones que regirán mi política de relaciones con el exterior.
Además, que no se engañen, que a quien la gente abuchea no es al trapo amarillo y rojo, ni a la corona de metal. Esto son simples objetos y no les importa en absoluto lo que la gente piense sobre ellos. A quienes les duelen estos pitidos y gritos es a los que realmente van dirigidos, y digo realmente. Que aunque pongan caras de circunstancia, y quieren hacernos ver que son inmutables a esta situación, no logran engañarnos y mucho menos engañarse ellos mismos. La gente no les quiere y así se lo hacen saber.
No quiere a todo lo que representan los símbolos abucheados, que no son ellos en sí los abucheados, como ya he dicho. Y estos que el pueblo repudia mediante sus silbidos gritos e insultos, son los que se esconden tras esa bandera o ese Himno, que son de todos, no suyos.
La gente está cansada y clama contra esta cuadrilla de déspotas no ilustrados que están arrasando contra lo que un simple trapo y un simple “son” representan, un pueblo, un pueblo fruto de múltiples invasiones y con una multiculturalidad riquísima, que es lo que nos une, no lo que nos separa, tal como les gustaría a estos atracadores de la dignidad humana. Pitan al trapo que cubre los cuerpos de los que nos roban nuestro dinero, nos quitan nuestro trabajo, se llevan el capital fuera de las fronteras de la Nación que dicen representar, se lo entregan a sus amos los bancos sin ningún pudor, transforman la democracia en PPcracia con la única excusa de haber sido los más votados, según una democracia que solo se la creen ellos; pues no es verdad. Esa bandera y ese Himno, están manchados de la mentira, la usura y el egoísmo.
Esperancita, Esperancita, déjanos silbar, deja que pitemos y que os abucheemos que os da igual, eso no os supone nada. Seguiréis con vuestras dictaduras territoriales, con vuestros Bancos Particulares, con vuestras especulaciones de siempre; un abucheo lo soporta cualquiera y más si no se tiene integridad y dignidad. Qué más os da a vosotros el “qué dirán” con el que nos educaban nuestras madres, las madres de los pobres, las de las cuentas de casa, del día a día, las que ponen varias lavadoras a la semana, las que para llegar a fin de mes hacen milagros.
Yo también silbé, con todas las fuerzas y el aire que pude, y espero que me oyeseis desde El Estado Independiente de mi Casa. Le silbé al Rey, al Hijo, a toda su prole, a ti, Esperancita, le silbé a Rato, a Rajoy, a Wert, Rubalcaba, Zapatero, a todos los directivos de Banca, a todos los políticos que conozco; pero no lo hice a un simple trapo y un simple Himno, que no son más que símbolos que no necesitamos para saber lo que somos cada uno de los que vosotros mentís, estafáis y robáis bajo su sombra.

Juan Carlos Vázquez

1 comentario:

  1. Un PiPiartículo mogollónPiPigüeno, porque com tú dices, fue una real pitada.

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