domingo, 20 de mayo de 2012

IGLESIA, ESTADO, CARIDAD Y CAJAS DE AHORRO


Castillejo en el papel estelar de padre langostino
en la seerie Hombre Rico Hombre Pobre
Los pobres han existido desde que el hombre es hombre y tiene uñas en los pies, son anteriores al propio concepto de pobreza. Estos pobres, pobres de solemnidad, requerían una serie de atenciones y es ahí, donde la Iglesia dijo:- Ya me encargo yo-. Y así, la Iglesia Católica se hizo cargo de la Caridad. Para ello se precisan una serie de recursos, entre los que destacan los económicos y estructurales. Para sacar estos recursos, la Iglesia pedía limosnas y diezmos a sus fieles, que en esa época eran todos, (ya que el que no era fiel, era infiel y la condición de infiel no era interesante, y el futuro de estos pasaba por el cuchillo, la hoguera, la horca o diversiones similares, de ahí el gran número de adeptos a la religión Católica, la única y verdadera en la que hoy es España).
Estos “fieles”, independientemente de contar con los recursos justos para su propia supervivencia, debían procurar la supervivencia de la Institución Católica, y esto era posible gracias a las donaciones y ofrendas, de dudosa voluntariedad, entregadas puntualmente a los responsables terrenos de dicha Organización. Con el dinero recaudado, los gestores de la Caridad, hacían frente a la pobreza de la época; pero no todo el dinero recaudado se orientaba a cubrir estas necesidades y a acabar con esa lacra. La Iglesia debía reservar parte de ese dinero, a consolidar su existencia y su poder.
La gestión de la caridad corría por cuenta de una Iglesia, que distribuía, entre los más necesitados, los bienes o recursos obtenidos sangrando a los otros pobres, los que tenían para poco más que comer. Pero una parte de ese dinero de los menos pobres no iba para los más pobres, sino para la propia Iglesia. En este “tinglao” de fé, la Iglesia no ponía un duro, a la vez que obtenía importantes beneficios, todo ello a costa de la miseria humana.
Tralarí, tralará, cantaban los representantes de la fé, cuando el Estado consideró que el tema de la Gestión de la Caridad es un tema social y que era competencia exclusiva de Él. Comenzó aquí el proceso denominado “Secularización”, en el cual, algunas,  de las competencias, no  de fé, de la Iglesia pasaron a ser competencias del Estado; pero este proceso no fue excluyente, por lo que la Gestión de la Caridad, pese a ser considerado de interés social y por lo tanto competencia del Estado, no dejó de ser también competencia de la Iglesia. Esto supone que los pobres, que tenían para poco más que comer, debían pagar por un lado al Estado, en forma de impuestos y por otro lado a la Iglesia en forma de ofrendas dominicales. Esta secularización supuso que los pobres que tenían para poco más que comer, debían pagar a la Iglesia y al Estado.
Con este tenderete de beneficencia, resulta que los que proporcionan los recursos para atender a los pobres de necesidad, son los otros pobres, un poco menos pobres que los anteriores. En este tema de la Caridad, resulta que ni la Iglesia ni el Estado, ponen un duro suyo; pero eso no quita que sean los garantes de la asistencia social.
Estos pobres de entonces son los pobres de ahora, y los miserables de entonces son los miserables de ahora, ya que tan pobres eran unos como otros y tan miserables aquellos como estos. Hoy día, la Iglesia y el Estado siguen siendo los garantes de la Asistencia Social, y pese al paso de los siglos la forma de obtener los recursos es la misma, sangrar a los pobres que tienen para poco más que comer, con una mierda de nómina mensual, si la cobran.
El Estado continúa con los impuestos como método recaudatorio y la Iglesia con su fé o más bien con la buena Fé de los pobres fieles, (que cada vez son menos fieles; pero más pobres).
Pero la Iglesia tuvo una idea, que mejoraba la de Robin Hood, puesto que este pensó en robar a los ricos para repartirlo entre los pobres, es decir robar los bancos. La Iglesia, siendo más lista, en vez de robar bancos decidió montarlos, bajo el nombre de Cajas de Ahorros y Montes de Piedad. Con este sistema los ahorros de los pobres, que tenían para poco más que comer, encontrarían el lugar adecuado para su resguardo y protección, al tiempo que los beneficios serían destinados, en parte a la labor eclesiástica. Se pusieron en marcha varias entidades financieras con este propósito, nada más comenzar el siglo XX (Siglo que dio pié al siglo siguiente, el XXX, ya que se caracteriza por la pornografía de la ética política y económica, la corrupción generalizada como forma de gobierno institucionalizada, la impunidad de los delitos económicos, etc.). Caja Sur, CAI, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza , Aragón y Rioja (como si Zaragoza no fuese de Aragón), son varios ejemplos de lo mencionado, estas Cajas de participación “Divina”, comenzaron a recaudar clientes para su benéfico fin, bajo la base de que no podían tener beneficios, como cualquier Asociación de amas de casa. Pero como siempre ha habido muchos pobres com muchos pocos dineros y muchos pocos hacen un Mucho, pronto se dispuso de recursos para Mucho, con lo que no iban a dedicar todo a los pobres. Además los curas, por muchas faldas que lleven son hombres, con sus fortalezas y sus debilidades, y el dinero es muy tentador. Por tanto una vez que poseen las herramientas, las Cajas, porqué no obtener más dinero, ya lo gastarían en algo, que falta siempre hace. Hubo un cura, entre otros muchos que no resistió la tentación, el tal  Castillejo. Este pudo hasta con su Obispo, al cual se lo cargó, se hizo con Caja Sur, sin tener ni puta idea de economía, que si de codicia y ambición, pese a la vitola. Invirtió en ladrillo para multiplicar exponencialmente su dinero, que ya podemos considerarlo como suyo, se hizo con un poder impresionante en el antiguo Reino Taifa, en el último reducto de Izquierdas de nuestra querida España. Este Sacerdote, se enriqueció con el dinero de los demás, se convirtió en un ladrón más de los ladrones de este país, es apodado como el sacerdote langostino, por su aprecio hacia todo lo que sea lujo y marisco, lleva chófer, coche oficial, escolta, etc.
Ahora, la caja que dirigía ha debido ser intervenida, de nuevo con el dinero de los pobres de siempre; pero él se ha b lindado una jubilación para él y sus cuatro hermanas de unos cuantos miles de euros al año. Una Santa Familia, sobre la que espero que recaiga la ira divina, metiéndole a cada uno de ellos una plaga de langostinos por sus santos culos y que les salgan por los ojos para poder mearnos los fieles en sus cuencas para que le escuezca.
Con esta gente, curas y políticos ladrones, banqueros codiciosos sin escrúpulos y con total impunidad, la atención a la caridad va buena. Solo queda la FÉ, el problema está en la Fé en qué.
 Este artículo excluye a todas las personas que realmente tienen fe en el hombre, en la solidaridad y en el amor a los demás, sean o no sacerdotes.

Juan Carlos Vázquez

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