domingo, 18 de marzo de 2012

LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA II


“La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona”
La persona es ante todo única e irrepetible, no hay dos iguales, lo cual es un factor principal de enriquecimiento de nuestra especie. Este hecho hace que unos sean más estúpidos que otros. Según Cipolla, el grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza; pero es independiente del resto de las características de los individuos, no está asociado a ninguna otra característica. Por esta razón parecerá ilógico que ciertas personas sean totalmente estúpidas, aunque el infinito de adjetivaciones calificativas restantes no se correspondan con esta denominación.
Vamos a mencionar aquí a los escardanidos y comemocos, setos personajes de la jungla de nuestra geografía se corresponden con aquellos que se llevaban los cocotazos en la escuela, que eran objeto de burla por todos sus compañeros, que no amigos, ya que estos son seres solitarios que al ir a refugiarse bajo las faldas de la hembra que lo alumbró, recibían somero tortazo, precisamente por eso, por estúpidos. Se caracterizan por alcanzar ya de adultos y gracias a la actuación de sus progenitores, puestos de relativa responsabilidad que han de conservar a base de peloteo y de arrastrarse públicamente. Han de llegar a ser algo siempre de la mano de sus antecesores, los cuales conscientes de la incapacidad de estos imbéciles, deben tirar de amistades que den cobijo y trabajo digno a estos elementos, gracias a lo cual  podrán llevar una vida lejos del hogar paterno, pese a la resistencia que ofrecen a ello. Se caracterizan por una falsa actitud favorable a la tarea, dando la sensación de trabajadores, aunque es esa hiperactividad la que los cobija de su verdadera ineptitud. Como rasgos fisiológicos destacamos: su altura media, orejas separadas del cráneo (cono si quisieran huir del mismo), cejas en forma de “v” invertida, (como los protagonistas de la serie “v”, esos extraterrestres que bajo su falsa apariencia humana, se camuflaban entre nosotros, tan bien que llegaron a ser más estúpidos si cabe), portan gafas desde su más tierna infancia y su cráneo está deformado formando una especie de pepino acabado en el cráneo con dos o tres pelos en punta. Además responden a cánones estéticos que los delatan, tales como el elevado porte de la cintura que da la sensación de que se agarran los pantalones con los sobacos, jerséis de pico de los años 80, y gafas estilo rococó que rompen todos los cánones de la moda y del buen gusto.
El profesor Cipolla realizó estudios demográficos llegando a la conclusión de que el poder de la naturaleza es supremo, ya que encontró una proporción “x” de laureados con el Nóbel que eran estúpidos.
Y esto es lógico, pues para llegar al Nobel hay que estudiar mucho y si estudias mucho es que no haces otra cosa y tal como reza esta ley la genialidad es independiente de la estupidez.
Lo mismo podemos decir de los llamados sabios, entre los que encontramos a nuestro querido expresidente González, el cual tras privatizar varias de las empresas públicas más rentables y productivas en su etapa de gobierno, bajo una falsa piel de cordero, y tras abandonar el poder se buscó el cuscurro entre fundaciones y consejos de Administración, lo cual asegura que tonto tonto no es; pero como afirma esta segunda ley no quiere decir que por ello no sea estúpido, y no digo con esto que no lo sea.
Caso similar sucede con el casposillo y pobre ZP que habita una humilde residencia de 2400 m2 en una de las zonas más lujosas de Madrid, se ha colocado en el Consejo de Estado con una paguita modesta que no cobraremos nosotros en unos cuantos años o quizás vidas. Esto, al igual que el caso anterior nos asegura que tonto del todo no es y que la posibilidad de que sea estúpido es independiente de todo esto. Pero por otro lado ver todas estas cosas, estos dinerales del erario público que se llevan estos petimetres me hace pensar si no somos nosotros los estúpidos por permitirlo, y no digo con esto que no lo seamos.

Juan Carlos Vázquez

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