miércoles, 21 de marzo de 2012

LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ IV


NO COMENT
“Las personas no estúpida subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantementeque en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error”.
No debemos asombrarnos de que las personas desgraciadas, por su propia candidez, no reconozcan la peligrosidad de los estúpidos. Lo que resulta asombroso es que, muchas veces, los inteligentes y los bandidos, no reconozcan el poder devastador y destructor de la estupidez. Esto último es difícil de entender y explicar; pero realizando una aproximación hipotética, podemos basar este hecho en el sentimiento de autocomplacencia y desprecio, gracias al cual, los inteligentes y bandidos, se olvidan de segregar la adrenalina que necesitarían ante tamaña agresión, lo que les impide a su vez preparar convenientemente su defensa. Esto puede suceder, también debido a la consideración vulgar de que un estúpido, por ser tal, solo se hace daño a sí mismo, aunque esto no es otra cosa que la mera confusión entre dos términos que no tienen nada en común, la candidez y la estupidez.
Estas creencias erróneas acerca de la estupidez, pueden hacernos caer en la tentación de asociarnos con individuos estúpidos con el objetivo de usarlos en provecho propio, maniobra que, sin lugar a dudas, nos causará unos efectos totalmente desastrosos, debido  a que se basa en la total incomprensión de la esencia natural de la estupidez y por otro lado otorgamos a la persona estúpida la opción de desarrollar sus capacidades siniestras más allá de lo humanamente comprensible y esperado. No debemos olvidar que el individuo estúpido no es manipulable, aunque pueda parecernos lo contrario, su comportamiento errático hace imposible realizar predicciones de sus acciones y sus reacciones, y en nuestro intento manipulador no tardaríamos mucho en vernos totalmente arruinados y destruidos de forma irreversible.
Este razonamiento del señor Cipolla es fácilmente adaptable a nuestro contexto social, por lo que esta cuarta ley se nos presenta claramente observable. Tomemos por ejemplo a nuestros decisores políticos en el papel de estúpidos y consideremos que las relaciones humanas pueden ser directas o indirectas, de esta forma, veremos sin duda que estos seres de la esfera política mantienen con nosotros, los ciudadanos, (urbanitas o de pueblo), una relación indirecta, en la que se supone que son ellos los que deciden en base a lo que nosotros deseamos. Nosotros pagamos y ellos invierten lo que nosotros pagamos, nosotros ponemos nuestra confianza y nuestra ilusión en estos seres; pero estamos cometiendo el grave error que dicta esta cuarta ley, subestimamos el poder devastador y el potencial nocivo de nuestros representantes políticos, (se entiende que son estos los estúpidos).
Nuestras convicciones políticas, si es que alguien las conserva, a pesar de nuestros políticos, nos conducen a enfrentamientos verbales en nuestras relaciones sociales cotidianas, en las que cada uno pone en valor su ideología, sin darnos cuenta que estamos discutiendo conceptos totalmente homónimos. Es decir, yo de izquierdas, yo del PP, tú de derechas, tú del PSOE, o al revés, da igual, ya que bajo estas siglas izquierda y derecha se funden; por lo que la discusión se reduce a decir insistentemente que lo blanco es blanco y mi opositor en la discusión se empecina en demostrarme que no, que el blanco es blanco. Hablamos de lo mismo, estamos los dos diciendo lo mismo y aún así los que nos rodean se postulan a favor de uno u otro, llegando a crearse dos bandos diferenciados.
Vamos a ser serios, si estamos diciendo lo mismo, si pensamos igual, ¿porqué discutimos?.
Si esto sucede en el estrato de los inteligentes, de la gente trabajadora e incluso de los desgraciados, qué no sucederá en el nivel de los representantes de estos, de los del “Olimpo”, de aquellos endiosados capullos de las altas esferas de la política y de la Empresa, de los estúpidos de tomo y lomo (que diría mi abuelica, en paz descanse). Mientras, aquí abajo, discutimos banalidades sin sentido, allí arriba, los estúpidos reconocidos e incluso votados por nosotros llevan a cabo sus acciones con graves consecuencias para los de abajo, los cuales aún sabiéndolo; pues para eso son inteligentes, no preparan estrategias de lucha y de protección contra la estupidez y la barbarie de la sinrazón de nuestros políticos, los verdaderos estúpidos. En vez de ello siguen enzarzados en sus disputas acerca del color del cielo, en las que pese a que unos demuestren que el cielo es azul, los otros siguen en su convicción de que no, de que es azul, no azul.
Vamos a centrarnos en la verdadera estupidez, encarnada y representada mediáticamente por los personajillos de las altas esferas sociales, vamos a preparar nuestra estrategia defensiva frente a sus abusos de poder, vamos a concienciarnos de su verdadero peligro y estaremos en condiciones de enfrentarnos a ellos con el fin de defender lo que es nuestro.
Que uno sea del PSOE y se empeñe en que es de izquierdas y en querer diferenciarse del de derechas que sí que es de derechas, al igual que el primero, no hace otra cosa que facilitar el juego diabólico de los estúpidos, que sin darse cuenta, ya que no son inteligentes, consiguen mantenerse generación tras generación en su estrato de privilegio, poder e impunidad legal.

Juan Carlos Vázquez

No hay comentarios:

Publicar un comentario