martes, 20 de marzo de 2012

LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA III


Foto de familia de "los ladrones van a la oficina"
“Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas”.
Carlo M. Cipolla, hace un análisis de costes y beneficios que permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, y los representa gráficamente en un sistema de coordenadas.
Estas cuatro tipologías las define como:
Desgraciado (D).- aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás. (líderes carismáticos)
Inteligente (I).- se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás. Son escasos y no suelen ocupar cargos públicos, suelen encontrarse en entornos pequeños dominados por el afecto, contextos familiares de las clases humildes sobre todo
Bandido (B).- Obtiene beneficio para sí mismo, perjudicando a los demás. Solemos encontrarlos en las altas y medias esferas de la política o en altos cargos de  potentes organizaciones financieras
Estúpido (€).- causa pérdidas a los demás y a sí mismo. Estos, son los más abundantes en nuestro entorno habitual, trabajo, empresa, política, alta sociedad, altos y medios cargos funcionariales, etc.
Las personas pueden actuar circunstancialmente  según una u otra tipología, a excepción de los estúpidos, los cuales muestran una fuerte tendencia hacia el comportamiento característico de este modelo en cualquier actividad o empresa.
El “bandido perfecto”, lo define Cipolla en dos subgrupos diferentes, debido a que este modelo es muy escaso en la naturaleza. Así, dentro de estos diferencia entre “bandidos inteligentes”, aquellos que obtienen más beneficios que los costes que causan y “bandidos estúpidos” que causan un alto coste a los demás, siendo estos últimos los más frecuentes en la selva de la naturaleza humana.
Las acciones de todo bandido se rigen por modelos racionales, pues su fin es obtener beneficios; pero ya que no es suficientemente inteligente de obtener estos beneficios para sí mismo procurando, a su vez, el beneficio de los demás, deberá obtener su beneficio a costa de la pérdidas en los demás. Lo injusto de este caso no deja por ello de ser razonable y puesto que es razonable es predecible; por lo que podemos relacionarnos con ellos y crear nuestras defensas frente a ellos. Esto no sucede en el caso de los “estúpidos”, nunca podremos adivinar ni prever cuando una persona estúpida desarrollará su ataque, ni, por lo tanto la magnitud del mismo, por lo que frente a estos estamos totalmente indefensos.
Esta irracionalidad de las acciones de los “estúpidos” es la que otorga siempre a estos una victoria segura ya que siempre nos pillará desprevenidos o en caso de poder prever su ataque, no podremos nunca organizar una defensa racional, puesto que el ataque en sí carece de cualquier estructura racional.
Al contrario que el resto de tipologías, el “estúpido” no es consciente de su estupidez, lo que lo dota de una mayor fuerza y eficiencia, siendo sus ataques plenamente devastadores.
Nuestros representantes y decisores políticos democráticos (adjetivo que se han colocado ellos mismos), podemos clasificarlos en las dos últimas tipologías definidas, considerando que siempre existe la excepción que nos permite confirmar esta regla. Además, podemos descartar que entre estos exista el subtipo “bandido inteligente”, ya que de una forma o de otra, esta cuadrilla de ladrones no se conforman con robarnos hasta la entretela, sino que si no joden al pobre, al trabajador, parece que no se quedan conformes. No se contentan con lo que roban impunemente, sino que nos lo han de robar a nosotros, a los pobres, ya que si lo robasen a los ricos se estarían robando entre ellos y entrarían en un círculo vicioso de intercambios entre ellos, en el cual el pobre sería un mero espectador, y eso a los ojos de estos no tiene ninguna gracia. Han de ¡joder!, con perdón, por el mero hecho de ¡joder!, ya que lo de robar todos lo damos por hecho.
Pero en estas altas esferas no solo están estos, sino que también, para nuestra mayor desgracia, se encuentran los verdaderamente peligrosos, los estúpidos irremediables, que protegidos por los anteriores realizan sus actos delictivos sobre el pecunio del pueblo con total y absoluta impunidad. Además estos son colocados en las primeras filas mediáticas, a modo de barrera humana, por los bandidos estúpidos, que a su vez hacen de barrera a los inteligentes (aunque estos últimos no lo precisen), de forma que son los que se llevan las hostias, sin que ello signifique que devuelvan lo robado a los pobres, porque, total, de pobres no vamos a salir y si lo devuelven es como si no nos hubieran jodido, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

Juan Carlos Vázquez  

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