miércoles, 19 de marzo de 2014

OLIGOPOLIO ENERGÉTICO, EL CÁNCER SOCIAL DEL SIGLO XXI.

Alegoría del poder y del pueblo
La realidad del sistema oligopolista energético de nuestro país, (Iberdrola, Endesa, Gas Natural Fenosa y EDP) es la de unos beneficios hasta el mes de junio de 2013, que  sumaron 4.225 millones de euros,  tan solo un 1,65% menos que el año anterior , y esto en plena crisis. Durante 2012, las eléctricas españolas casi doblaron el margen de beneficio de sus equivalentes europeas, con un 6,8% de media frente al 2,62% de las europeas. Por su parte, los consumidores españoles vieron como la luz acumuló una subida del 70% desde el inicio de la crisis; España es el tercer país con la luz más cara de Europa, solo por detrás de Malta y Chipre.
Frente a estos millonarios beneficios vamos a situar un concepto abstracto, procedente del reduccionista lenguaje político, “el déficit de tarifa”. Este término responde a criterios políticos, no económicos. Es un invento con forma de precios,  fijados por la Administración, no por un mercado, y viene a suponer algo así como que los ingresos del sistema eléctrico -lo que se cobra a los consumidores- son inferiores a los costes regulados de producir y distribuir la energía. Pero esos costes regulados no son costes reales que tienen las empresas por generar y distribuir la energía, sino que son precios ficticios, teóricos e inmateriales, fruto de decisiones políticas.
Esta diferencia entre ingresos y costes ha ido generando una deuda reconocida por el Gobierno, y que aunque no ha sido fruto de la voluntad o acuerdo de los consumidores, estos van a tener que asumir. 
El déficit de tarifa se ha dejado acumular hasta 28.000 millones de euros. En lugar de intentar resolver esta deuda acumulada de forma opaca, las medidas tomadas por el Ministerio van encaminadas a que esta no siga creciendo al ritmo de 4.500 millones de euros al año.
Pues bien, para hacer frente a esta hecatombe política transfigurada en desastre económico, a los gobernantes de turno se le ha ocurrido, una brillante idea, “la Reforma Energética”, ya articulada como proyecto de ley, pero que por su repercusión social, a buen seguro negativa, no se debatirá antes de las elecciones europeas.  Consiste en un conjunto de medidas -Anteproyecto de Ley, reales decretos, reglamentos- que pretenden poner orden en el sector eléctrico.
Diez años después de su liberalización, el mercado eléctrico no ha dejado de acumular problemas, como la falta de competencia, el incremento constante de precios o la acumulación de un déficit de tarifa con las empresas eléctricas. La reforma eléctrica podría haber sido la oportunidad para poner solución a todas estas cuestiones, pero el Ministerio de Industria ha preferido orientarla al pago del déficit de tarifa y a la penalización del autoconsumo, dos medidas que perjudican gravemente a los consumidores y benefician a las grandes eléctricas.
La reforma eléctrica fue presentada por el Gobierno en julio de 2013, y se encuentra ahora en proceso de tramitación. La Comisión Nacional de la Enegía, la Comisión Nacional de la Competencia y la Comisión Europea han manifestado ya sus reticencias a esta reforma.
Visto y sabido esto, qué supone esta reforma para las empresas productoras de energías limpias o energías renovables, la respuesta es lógica, un gran retroceso en el principio de eficiencia energética y un grave impacto medioambiental. Se recorta, gravemente, la inversión en energías renovables, lo que supone el cierre a un posible cambio de modelo del sector hacia una energía viable y sostenible en un futuro. Esto, además supone el incumplimiento de la Directiva Europea 2009/28/CE, que obliga a los estados miembros a alcanzar en 2020 al menos un 20% de uso de energías renovables, con el riesgo de sanción económica que esto conlleva.
Además, y esto ya a modo de burla, penaliza el autoconsumo en el sector de las energías renovables, un modelo por el que habían apostado miles de consumidores siguiendo las campañas de concienciación de ahorro energético promovidas por todas las administraciones.
Es decir, por un lado, el discurso político de nuestra administración desadministrada se llena la boca de un progreso sostenible que sabe a vómito y, por otro lado, en su acción política se dedica a realizar todo lo contrario de lo que predica; aún a sabiendas que no cuenta con el refrendo ni de sus gobernados, (lo cual no le importa en absoluto), ni de las instituciones europeas. Pero ellos adelante, cuan abanderados neofascistoides de “La causa”, que no es otra que la suya propia.
La dificultad de libertad para legislar sobre cuestiones energéticas es lógica, teniendo en cuenta que los consejos de administración de estas macroempresas, antes mencionadas, se han constituido en una especie de “cementerio de elefantes” con amplias y ricas praderas en las que pacen los caimanes desechados de nuestra política, desde la instauración democrática.  Lo cual no es otra cosa que una forma de extensión del clientelismo político. Este hecho es  fácilmente contrastable en diversas páginas de internet, por lo cual es de dominio público, tanto en la propia wikipedia como en los enlaces que adjunto al final de este escrito y en los cuales me he basado para la realización del mismo.
En este escenario podemos diferenciar varios actores: los componentes del oligopolio, en connivencia con la política de turno por un lado y por otro los consumidores últimos de la energía y los productores de energías renovables y es en estos últimos en los que deseo focalizar la atención; pero no ya desde una visión economicista sino desde la perspectiva social.
Detalle de Aliaga
Para ello, como ejemplo, voy a situarme en Aliaga, Teruel. Un pequeño pueblo machacado hace años por la desaparición de su medio de vida, las minas y la Central Térmica, un pueblo superviviente a esta debacle, que puso sus perspectivas de futuro en la instalación de una pequeña industria de producción eléctrica, una de esas que producen lo que denominamos energías renovables a base de quemar gas y recuperar el CO2. La instalación de esta empresa supuso una inyección de oxígeno para sus habitantes y para la fijación de la población en el entorno rural. Para que esto fuese posible, frente a la oposición de ciertos sectores minoritarios y del propio Gobierno de Aragón, el pueblo se unió, encabezado por una Plataforma vecinal, en una movilización sin precedentes que retó al Gobierno de la Comunidad Autónoma a un pulso del cual salió victorioso.
Esto sucedió hace unos doce años y desde entonces el pueblo ha vivido una especie de segunda juventud, gracias al empleo directo de varios jóvenes que bien estaban ya en el pueblo, bien han regresado a él, con sus familias.
Indirectamente, toda una serie de servicios han visto la luz en forma de nuevos negocios que a su vez han atraído a más personas o han evitado que las que allí habitan se vayan. Esto es contrario al éxodo rural y es lo que desde sus púlpitos predican los charlatanes de nuestra política.
Con la reforma energética que quiere proponer este gobierno absolutista, las subvenciones a este tipo de producción energética va a sufrir unos recorten que impiden la viabilidad de la empresa, lo cual implicará el cierre inmediato de la misma, con las consecuencias que ello supone para una población como esta.
Hoy volvemos, de nuevo doce años atrás, en el mismo escenario, cuando las expectativas eran de mirar hacia el futuro, desde la cautela que propicia el negro telón de fondo de la crisis, creada entre otros por los grandes oligopolios financieros, los cuales nos los presentan como garantes de la recuperación. En ese retroceso en el tiempo en el que nos vemos abocados, debemos volver al ruedo de la lucha pacífica contra otro gigante; pero esta vez sus dimensiones son mucho mayores. Ya no se trata de luchar contra el Gobierno Autonómico, la lucha es contra el Gobierno Central; pero esto no nos va a hacer retroceder y asimilar la derrota antes de la lucha. Los de Aliaga no somos así y esta vez no estamos solos, contamos con la ayuda de las normativas europeas y lo que es más importante, de los que se enfrentan a la misma situación que nosotros en las industrias de El Grado, (Huesca), de Lérida, de Navarra y de otros sitios de nuestra geografía, y digo nuestra, de los que no gobernamos, del pueblo.
Volver a empezar
Ya en su día derrotamos a los carlistas, a bombazos, con la ayuda de O´Donnell, recientemente al Gobierno Autonómico, con palabras y movilización, y, ahora vamos a por el Gobierno Nacional, sin amedrentarnos, como David con Goliat. Este personaje legendario que derrotó al gigante con una simple honda y una piedra.
Haremos lo que tengamos que hacer, siempre desde el diálogo y la paz, para que nuestra escuela, nuestra tienda, nuestros bares, y demás servicios no se cierren.
Si ustedes tienen mayoría política que les permite gobernar a las personas a su antojo como si fuésemos seres pasivos, el pueblo tiene dignidad y coraje y en el caso de mi pueblo, Aliaga, muchas piedras.

Juan Carlos Vázquez

Fuentes consultadas:

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