martes, 4 de marzo de 2014

LAS PERSONAS TIENDEN A DEFENDER AL SISTEMA, AUNQUE SEA INJUSTO O CORRUPTO. AARON C. KAY


REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LA "JAULA DE HIERRO DE WEBER", REPRESENTATIVA DEL TEXTO QUE SIGUE
Según una teoría de la psicología cognitiva, conocida como “justificación del sistema”, los seres humanos tienden a defender los sistemas en los que están inmersos, aunque estos sean injustos o corruptos. Esta actitud se da, principalmente bajo cuatro condiciones: cuando el sistema está amenazado, cuando se depende del sistema, cuando resulta imposible escapar al mismo o cuando los individuos pueden ejercer un escaso control personal.
Este estudio explica el hecho de que las poblaciones, con frecuencia, no se alzan contra las situaciones coercitivas que dañan sus propios intereses.
analizando uno por uno los cuatro condicionantes  descritos en esta teoría, en primer lugar diremos que cuando los seres humanos se sienten amenazados, se defienden a sí mismos, e indirectamente defienden a sus sistemas. Por ejemplo, en la España del 2014, con una crisis aberrante desde 2007, la población necesita expectativas de futuro y pone sus esperanzas en el sistema, casualmente en el mismo sistema que ha creado esta situación. Así, el partido en el gobierno, corrupto por definición y causante de quiebras de grandes bancos bajo su tutela, está consiguiendo que estos mecanismos situados bajo la sombra de la amenaza, de una amenaza que pone en duda la posibilidad de futuro para muchas familias, hacen posicionar a la población robada del lado del ladrón que lo ha esquilmado.
En segundo lugar, si las personas dependen del sistema, están afectados directamente por este, no pueden permitir que este se derrumbe. Supongamos que los jubilados ven peligrar sus pensiones, que los funcionarios estén amenazados por el despido, que los trabajadores que dependen de una organización sientan, o solo presientan la pérdida de su empleo, etc. En estas condiciones estas personas, ante el miedo a que suceda lo que nunca pensaban que pudiese suceder, se aferran a lo que tienen, con lo cual se ponen a disposición total del sistema que lo controla. De esta forma el proceso de destrucción de las personas se pone en marcha, los individuos pierden su independencia e ideales y se ponen a pleno servicio del sistema que los oprime y explota. De esta forma se desprende el hombre de su dignidad y se arrodilla ante la coerción de las empresas y de los gobiernos. El hombre se hace dócil y servil en pro de los intereses ajenos a él, de los intereses de los grupos corporativos o políticos dominantes.
Por otro lado, si nos sentimos acorralados, si no podemos huir del sistema, nos adaptamos al mismo, para lo cual desarrollamos sentimientos de aprobación hacia los hechos que en condiciones normales serían a todas luces reprobables. Este proceso justificará la desigualdad, las diferencias salariales por cuestiones de género o raza, etc.
Para terminar, cuanto menos control posee un individuo sobre su propia vida, más apoyará al sistema y a sus líderes; pues verá en ellos cierto aporte del orden que precisa. Esto no significa otra cosa que, como decía Montesquieu, la ignorancia es la fuente de la felicidad o, en otras palabras y aunque no sea exactamente igual, dame pan y dime tonto.
Como resumen de lo dicho y como justificación de ello, tenemos el ejemplo de la sociedad española actual, de una gran masa que no se ve afectada por el sistema, o que si se ve afectada por el sistema, sigue teniendo una roca a la que agarrarse en medio del océano de la vida y no puede permitirse perderla. Esta no es la gran clase pobre y miserable en crecimiento acelerado, ni la cada vez mayor clase rica, opulenta y ociosa, cada vez más podrida de pasta. Hablamos de la gran clase media, esa clase media en extinción que tiene las barbas continuamente a remojo, que al ver como cae su vecino echa las cortinas y se pone el fútbol, sin comentar nada en casa, como si no saber lo que pasa hiciese que la realidad no fuese la que es. Y si algo está claro, sin necesidad de estudios de Universidades americanas, que por cierto si algo no pueden ni deben ser los americanos es ejemplo de nada para nadie, solo hay que remitirse a los datos oficiales de desigualdad, de reparto de riqueza, de sanidad, etc. Digo que si algo es claro como el agua clara que baja de la fuente de mi pueblo cuando baja clara, es que estamos todos en el mismo barco, en el mismo sistema, en la misma realidad y que mirar para otro lado no hace que los hechos desaparezcan, sí que vamos a darle por el santo culo a la Universidad americana de Duke que ha realizado este estudio y vamos a refutar su teoría, aunque para ello debamos tumbar este sistema corrupto, injusto y generador de desigualdad. Vamos a mandar a la mierda el desarrollo económico con que se llenan la boca los gobernantes y vamos a volcarnos en el reparto de la riqueza, que es lo que realmente todos deseamos. Así, mañana podré dirigirme al mendigo que se coloca todos días en la puerta de unos grandes almacenes, por los que paso todos los días al ir a trabajar y quitarle el cartel con el que este pobre hombre se pone a pedir y que me hizo contribuir a su causa. El cartel reza:  “Necesito ayuda, hoy me toca a mí, mañana puedes ser tú”.

Juan Carlos Vázquez


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