lunes, 1 de abril de 2013


¡NIÑO!, ¿ESE QUIÉN ES?- RAJOY, PAPÁ, ES RAJOY-. ¿Y TE GUSTA O NO? – NO, NO ME GUSTA, - PUES APÁRTALO Y TE COMES LAS PATATAS, YA SE LO DAREMOS AL PERRO (PASTOR ALEMÁN)...PERO NO NOS HAGAS TIRAR LA COMIDA, QUE CUESTA MUCHO GANARLA

El perro, como yo, harto de Rajoy
La economía se basa en la capacidad de elección, de elegir unos u otros productos en base a nuestras capacidades. La vida se basa, así mismo en esa misma capacidad de elección, Pero esto es lo único que tienen en común ambos conceptos, por lo que no son en absoluto conmutativos y por lo tanto no debemos basar nuestra vida en nuestras elecciones económicas.
Cada paso que damos, elegimos un camino de no retorno, ya que el tiempo nunca es negativo, al menos que yo sepa; por lo que, lo que hacemos y decidimos, bien o mal, decidido está. Siempre pensamos en qué hubiera pasado si en lugar de caminar por un sendero, lo hubiésemos hecho por cualquiera de las alternativas posibles; pero esto forma parte de la ilusión, de la imaginación que da forma, como un elemento más, a la propia idiosincrasia humana. Quién de nosotros no ha pensado alguna vez en cómo seríamos ahora si en vez de esto hubiésemos hecho lo otro; pero como he dicho esto son meras suposiciones melancólicas sin sentido práctico real. Bien es cierto que podemos avanzar basándonos en la propia experiencia vivida, por nosotros o por nuestro perro, lo que no podemos avanzar es basándonos en meras suposiciones o silogismos retóricos elucubrativos.
Si nuestra elección no es la correcta, siempre podremos rectificar el rumbo; pero deberemos esperar al siguiente cruce, nunca volveremos atrás, sería de idiotas, más aún teniendo en cuenta nuestro pasado reciente.
Nuestra nueva elección debe basarse en dos hechos concretos, sin los cuales todo es en vano y no seremos otra cosa que seres inertes o nulos, vómitos de patos cirróticos, palos secos. La elección se basa en primer lugar en esa capacidad, la cual se nos considera como propia por nuestra racionalidad indiscutible, aunque no creo que esto sea del todo cierto, ni que el hombre por ser hombre sea racional, no tenemos más que fijarnos en nuestra historia política reciente desde la transición, ya que lo de antes de ella se sobreentiende lo que fue y no me voy a detener en eso. Si ponemos foto al hombre racional, lo último que se me ocurre sería un retrato de Rajoy; para que no digan los de derechas ¿y Zapatero qué!. Y los de izquierdas… y Aznar que, y los de derechas… y González qué y los de izquierdas… y Franco qué?... y todos dijeran… y los borbones qué?... sería el cuento de la buena Pepita, que todos conocéis.
Al tema, para elegir necesitamos capacidad y objeto o hecho a elegir. Pues bien en cuanto a la capacidad, y visto lo visto hasta el momento, es algo que pongo en duda. Pero aún más dudo sobre el objeto de la elección, concretamente, en política, ¿Cuáles son las opciones?, ¿realmente existen opciones claras y diferenciadas?, ¿una vez realizada la elección, qué garantías tenemos?.
Si la capacidad del humano español para desarrollar su razón y con ella realizar el arte de la elección, es más que dudosa. Y si nuestros objetos de elección no merecen confianza alguna, está claro que hay que tomar un nuevo camino, dejar en la cuneta a estos nefastos y desastrosos dirigentes, (siendo cuneta = cárcel, en gran número de casos) y dirigirnos hacia nuevas rutas, más soleadas y alternativas, que seguro que existen, escondidas entre la solidaridad y la confianza, entre los deshechos de la honradez y la pureza de la ideología.
Desde este nuevo camino, casi profético, ya que nadie parece conocerlo, la economía ocupará el rincón que le corresponde, que no dudamos de su necesidad; pero sí de su prioridad sobre cualquier aspecto de la vida.
Algo se está gestando en el seno de la ciudadanía y no tardará en de nuestras tripas acomodadas y entonces los artífices de esta debacle temblarán y suplicarán; pero será tarde. (San Luque hay que hacer de una puta vez y que ya tarda, vers. 1ª).

Juan Carlos Vázquez


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