Papá de
mayor quiero ser Bárcenas, esto es lo que desean los niños de hoy, esta es la
educación y los valores que les transmitimos, gracias a los políticos de turno,
de turno porque se turnan, porque siempre son los mismos.
Antes soñábamos
con ser médicos, bomberos, astronautas o futbolistas; pero hoy todo ha
cambiado, y de bombero nada, ni de médico y hasta los astronautas tienen ERE.
Nada, nada papá, que lo he decidido, que quiero ser Bárcenas, ¿Y mi pequeña?,
¿qué quiere ser mi pequeña?, ¿princesa?. La niña mira a su padre de arriba
abajo y le dice que si está tonto. Papá princesa tu prima, yo quiero ser
Bárcenas, como mi hermano. Pero hija, eso no puede ser, tú eres chica. Me
vuelve a mirar; pero ahora con cara de Putin y me dice que soy un machista. Se
va gritando por el pasillo, buscando a su madre y gritando ¡quiero ser
Bárcenas!, ¡papá no me deja!, ¡quiero ser Bárcenas!.
A Ronaldo
no le hace caso ni Dios, los niños ya no lo imitan, ni se peinan como él. Ya ni
siquiera son del Madrid, son del PP; pero del PP como Bárcenas, no como los del
PP.
No lo
entiendo, el malo de la película, gracias a la ineptitud de los medios se está
convirtiendo en el bueno, ya que los que en teoría los buenos son más malos que él,
y lo de la bondad o maldad responde a una gradación ocupada en sus extremos por
estos dos términos opuestos; pero en sus franjas intermedias, según se maneje
la información pueden variar las tornas, y así, hacer la malo bueno y
viceversa.
Los
acusadores son ahora acusados, la han cagado, lo han hecho de pena, y esta
ineptitud los hace no solo más tontos, sino más culpables. El héroe, el cabeza
de turco les ha salido hueso y le ha dado la vuelta a la tortilla de los huevos
podridos. Un hombre que tiene en jaque, por no decir cogido de los huevos, que
suena mal, a todo un gobierno. A un gobierno que no dudaría en usar un cañón
para matar una mosca, pero que no sabe como combatir a uno de los suyos, quizá
el menos honrado de todos; pero no el más tonto, tanto es así que ha pasado de
víctima a verdugo y de injuriado a alabado.
En un
país en que el mayor apologista de la República es su propio Rey; el marido de la
princesa, un “protorreo” y ladrón del pueblo, castigado al exilio a un lejano
país de cuento, del que salen las princesas, con un salario mísero de 800.000 eurillos
que le permitirá ir tirando. Un país donde los representantes del gobierno, de los sindicatos y de la oposición se levantan cada día
esperando que sus nombres no sean los de la portada de los periódicos, aún a sabiendas que tarde
o temprano lo serán. En este país no hay que estudiar, solo engañar y robar, de
esta forma podrás triunfar en la vida, así que hijo, ya sabes. Ah, otra cosa,
que sepas que no eres mi hijo, yo soy el fontanero, tu padre entrena en Qatar
un equipo de Fútbol femenino.
Juan
Carlos Vázquez
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