Metamorfósis, de la fuerza y la belleza. Autor: yo |
El pasado sábado, día 21 de febrero asistí a la
presentación de un libro titulado “Contra la fuerza del viento” de una joven y
simpática escritora salmantina, Victoria Álvarez.
Con la ayuda de David Lozano, la joven nos presentó al
público asistente, los entresijos de su narrativa en relación con la novela
citada, nos habló de su estilo ligero y fluido, de la relación con
su editora, de las influencias que ha
recibido, del porque del escenario elegido, en fin de todo lo que se puede
decir y mencionar en un acto de este tipo, siempre sin contar el final de la
película.
Lo que más me impresionó es la ambientación de la novela,
concretamente la época en la que sitúa la acción. Un periodo nada arriesgado,
la época Victoriana, el siglo XIX, digo nada arriesgado siempre que se tome
desde la óptica lírica del Romanticismo que marcó esa época, y obviando la
conflictividad social como característica principal de este momento histórico, centrándonos en el arte y costumbres Victorianas.
Resulta fácil idealizar épocas pasadas, filtrar por el
tamiz del tiempo lo que queremos y lo que no queremos dejar pasar, lo que nos agrada y lo que nos incomoda y nos
conduce al conflicto; pero esto se puede hacer con una época ya finita, un
tiempo del pasado ya concluido.
Volviendo a la presentación del libro, ya en el turno de
preguntas, le pregunté acerca de la posible intención futura de escribir una
literatura más comprometida con la actualidad, con este tiempo presente, a lo
que me respondió que no lo contempla. Leemos para evadirnos, para olvidarnos de
los problemas del día a día, no para martirizarnos. Y tiene razón, puede que
eso no es lo que venda, además de ser mucho más difícil de abordar.
Para narrar la realidad debemos separarnos de ella, como
hace la autora al distanciarse más de un siglo del escenario y personajes de su
novela; pero separarnos de la realidad presente con el fin de idealizarla es
misión imposible; pese a que el contexto de la época Victoriana en poco difiere
del actual, un ambiente marcado por la crisis, la desigualdad, las revoluciones
sociales, los grandes cambios a todos los niveles, las revoluciones del
pensamiento, el marxismo, el liberalismo, la conciencia del sentimiento de desigualdad de la
mujer, la industrialización, el capitalismo, etc.
Dos épocas con una similitud casi especular, que gracias
a la imaginación de la historia novelada, se convierten en periodos antagónicos.
Quizá, en algún momento, un escritor se atreva con este
reto y sea capaz de transmitirnos esperanza en este contexto oscuro y fangoso y
nos transporte a esa época de esclavos vestidos de blanco y si Buana, de
obreros negros de humo de catorce horas de sudor, de explotación, de paro, o
ejército de reserva que lo denominaba Carlos Marx, de discriminación,
contaminación, homogeneidad, de políticas a sueldo del mercado, corrupción. Época y aspectos que han quedado ocultos bajo el velo del romanticismo decimonónico. Es
decir nos traslade a este presente idealizado lleno de colores brillantes y
caídos que esconden el gris oscuro de la realidad. Y si no es así siempre nos
quedará el siglo XIX; pero desde la óptica de Victoria no de la Historia.
Juan Carlos Vázquez
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