El paso del tiempo, Autor yo tambien |
Los antiguos atenienses decían que si
quieres hacer reír a los Dioses griegos, háblales de tus planes de futuro; pero
a una cierta edad la referencia temporal de los planes se ciñe al presente por
vivir y es en ese momento cuando te empieza a importar una mierda lo que los
dioses griegos piensen o dejen de pensar. Es esa edad en la que te conviertes
en tu propio superhéroe e intentas salvarte de ti mismo de tu propia vida, de
la costumbre. Como los protagonistas de Marvel, te pones un ridículo panti de
color de la bandera de donde sea y los calzoncillos por fuera, y a salvar el
mundo, mejor dicho tu mundo.
Con el mando que controla tu
mente das a la tecla “return” en un ejercicio de autoevaluación de tu
trayectoria vital. No es preciso que te vayas a una isla desierta o que dejes
todo lo que te rodea, solo se trata de un proceso mental que rompa la monotonía
de la rutina diaria.
No hay para ello una edad
concreta y tampoco es una “crisis”, es más bien un punto de inflexión que
separa la ilusión de un futuro incierto de la realidad del presente y de la
melancolía del pasado.
Conceptos metafísicos como
la felicidad, afloran a tu mente de superman privado, aún de forma inconsciente
e incluso en contra de tu voluntad, y te propones firmemente, con tu ridícula
indumentaria apoderarte de ella, secuestrar esa felicidad.
El problema está cuando te
das cuenta de que tu capa no es mágica y tú no tienes poderes, la incipiente
barriga te hace parecer ridículo ante un ciego y lo que es peor, al reflexionar
sobre el pasado te encuentras con enormes agujeros negros en la memoria que te
impiden ver lo que deseas.
Una foto en blanco y negro
puede conducirte, simplemente con cerrar los ojos, a un viaje en el tiempo, y
en ese viaje te das cuenta de que has perdido muchas cosas por el camino y al
querer reconstruirlo en tu memoria te faltan piezas que te lo impiden. Solo es
posible construir hasta donde la caprichosa memoria te permite, formar pequeñas
isletas de pasado inconexas y muchas de ellas irrelevantes para tu objetivo
final.
A todos nos gustaría ver nuestro pasado como
una película con una continuidad desde un punto concreto, marcado por ejemplo
por esa misteriosa fotografía en grises, hasta el presente; pero no hay forma
posible. Por mucho que te esfuerzas recuerdas hasta donde los caprichos del
cerebro te dejan. La selección de los recuerdos, al menos según creo yo, es
independiente de nuestra voluntad, por lo que nuestro cerebro no actúa como
querríamos, sino que en cierto modo es independiente de nosotros, lo cual
aunque parezca una imbecilidad, podría no ser del todo falso. De otra forma
todos seríamos capaces de quedarnos con lo bueno, lo bonito de nuestra vida,
con aquello que siempre es agradable traer al presente; y no es esta la
realidad.
Yo, por mi parte aquí me
quedo con la foto entre mis manos intentando recuperar parte de mi pasado que
me niego a olvidar.
*A todos los que sufren Alzhaimer, el
infierno hecho enfermedad y a esa chica de la foto en blanco y negro que me hizo
recordar
Juan Carlos Vázquez
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