Según afirma Zygmunt Bauman, Bauman para
los amigos, vivimos en un mundo líquido, y no lo dijo por la abundancia de
bares, sino basándose en la idea de inconsciencia sobre la que construyó su
particular descripción y definición del mundo que nos rodea. De esta forma
definió el amor como amor líquido, la vida como vida líquida y la modernidad de
igual manera, convencido que el cambio es lo único permanente y la incerteza la
única certeza. Así, la vida, la vida moderna puede tomar multitud de formas
distintas; pero la fragilidad, la temporalidad, la vulnerabilidad y esa
inclinación al cambio constante, son variables que encontramos en todas y cada
una de ellas.
Vivimos en un mundo dominado por la
incertidumbre, vivida esta en clave negativa, y por la impotencia. Estos dos
factores se combinan a modo de cocktail y terminan dañando nuestra autoestima. Cuando
esto sucede nuestro ánimo se torna inestable, rozamos la esquizofrenia,
comenzamos a arañar las paredes y nos desesperamos en busca de una milagrosa
solución, una pócima traída del Lejano Oriente, Un brebaje robado a las brujas
gallegas. La solución la encontramos refugiándonos en la electrónica, en las
nuevas tecnologías; en las pantallas led; pero las usamos al revés. las
utilizamos para encerrarnos aún más en nosotros mismos, encerrarnos en cuartos
en las que solo oímos nuestro eco o en habitaciones repletas de espejos en las
que solo hallamos nuestro reflejo. Gracias a estas tecnologías, somos capaces
de crear un mundo ausente de conflicto, una especie de zona cero, carente de
todo contacto con el ruidoso y a veces terrorífico mundo exterior.
Hoy día hemos desarrollado la capacidad de
poder vivir en dos mundos diferentes que no se complementan sino que se oponen
y se perjudican entre ellos: el mundo “online” y el “offline”. El primero
virtual y con la capacidad de borrar lo negativo a golpe de click y el segundo
brutal y amable a la vez, el Mundo de lo que Schutz llamó la intercomunicación,
de la vida y las relaciones humanas, el mundo, en fin, de la vida cotidiana.
Esta separación de mundos ha condicionado,
en parte, el desapego hacia las “Instituciones Tradicionales”, les hemos
perdido el respeto y somos conscientes de que no funcionan correctamente. Por
ello buscamos nuevas fórmulas de gestión y de coordinación, de participación
activa, de corresponsabilidad política, de asociacionismo.
Desde la modestia me gustaría incidir en
una cuestión que considero interesante en este divorcio entre estos dos mundos
mencionados por el autor y es que los que ostentan hoy día el poder, y digo
poder no autoridad, viven en un mundo totalmente separado e independiente del
resto de los no poderosos, un mundo que puede ser tan real como el del resto de
los mortales, pues estos aunque poderosos también se mueren. Es decir, existen
dos mundos polarizados, pudiendo ser ambos “Offline”, entre ellos existe una
comunicación unidireccional, de arriba hacia abajo, producida exclusivamente
dentro del mundo “Online”. Dentro de cada uno de los dos mundos Offline existe
el mundo Online, que puede incluso ser el mismo a nivel informacional; pero totalmente
ausente de diálogo o de comunicación entre ambos mundos tan dispares y dicotómicos.
La comunicación bidireccional en el mundo “Online” sería capaz de romper las
fronteras virtuales entre ambos mundos, el poderoso y el no poderoso y eso no
interesa a los primeros; pero ¿qué pasaría si los no poderosos se planteasen
seriamente esta posibilidad?.
Esta pregunta que hago en clave futura
quizás podamos hacerla en tiempo presente; pues según Bauman lo único constante
es el cambio y esta constancia está marcando nuestra actualidad, haciéndonos
testigos de algo que aunque buscado y deseado nos asusta; pero no renunciamos a
ello. Quizá la frontera entre los dos mundos se esté haciendo un poco más líquida,
y me alegra ser testigo en primera fila de este espectáculo, le pese a quien le
pese.
Juan Carlos Vázquez
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