miércoles, 26 de junio de 2013

DE LA CIENCIA DE LOS MOVIMIENTOS DE REVOLUCIÓN PEDAGÓGICA A LA INCONGRUENCIA DE UN MINISTRO BOBO



Métodos de enseñanza tradicionales

Mi hija se alegrará cuando le diga que su padre es pobre y no podrá estudiar. Al menos en un futuro próximo, ya que en otro más lejano, seguro que le pesará no haberlo hecho.
No logro comprender lo que puede pasarle por la cabeza al tonto este del Wert, si tiene una estrategia impuesta o quiere imponerla él; lo que sí veo claro es el destino de esas estrategias,... acabar con la educación pública, gratuita y de calidad.
Estos tres términos se complementan y confluyen en un concepto superior: la igualdad de oportunidades, y por separado pierden su verdadero sentido. Lo de público supone integración, apertura a todos, sean cual sean las diferencias, considerando la diversidad como riqueza. Público supone una puerta abierta a todo aquél que desee cruzarla.
Gratuita, todos sabemos, sin duda, de su significado, que no cuesta dinero, mejor dicho, que no debe costar dinero al que estudia. Nada es gratis, todo tiene un precio, pero lo pagamos todos, y lo pagamos bien a gusto, por nuestros hijos, por su futuro. El dinero gastado en la educación es la inversión que mejor puede realizar un país a corto, medio y largo plazo. En esto nos dan la razón hasta en Alemania e Inglaterra, ya que en nuestras Universidades estamos formando los profesionales de su futuro, sin coste alguno para sus arcas.
Lo de calidad es más peliagudo, y creo que deberemos explicarle su significado a este tonto de ministro. La calidad se refiere a una serie de recursos, económicos, humanos, espaciales y temporales, que engloban profesionales y medios, orientados a la consecución de unos fines, entre los que se encuentra ella misma, la propia calidad. Este criterio, la calidad, es transversal a todo el proceso de la educación, no puede resolverse en un tramo concreto de los estudios o en la mera sustitución de unas asignaturas por otras. Que se amplíen las horas lectivas de ciertas asignaturas, como la religión, o se supriman otras mucho más necesarias, demonizadas por los partidarios de los saberes confesionales, no resuelve en absoluto el problema del déficit de calidad.
La calidad educativa pasa por criterios pedagógicos desconocidos por este señor de apellido raro.
En España nos pintamos solos a la hora de ignorar los avances científicos, cosa que sí hacen en el resto del mundo. Me refiero, entre otros, a los avances en el ámbito que abarco en este escrito, el pedagógico. Nos las hemos apañado para evitar y desprestigiar movimientos educativos  revolucionarios, como la escuela Moderna, la Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Abierta y un largo etc. Todos ellos opuestos a lo propugnado por este idiota de corbata, que se empeña en retornar a la enseñanza tradicional y tradicionalista.
Lo que necesitamos como personas, es una educación que nos haga libres, que nos enseñe a pensar y que se oponga, con fundamento, al adoctrinamiento de tiempos pretéritos; es decir, necesitamos una educación que sea Pública, de Calidad, Laica, Pluricultural, Comprensiva, Científica, Creativa y Democrática.
Y en esta escuela es en la que se formarán los futuros pensadores del mañana, que a buen seguro se opondrán a las teorías que hoy proponen estos señores desde sus posiciones privilegiadas de poder. Y esto es precisamente lo que no quieren que seamos, que sean nuestros hijos, prefiriendo una sociedad dócil y sumisa a los preceptos propuestos desde el poder, con el único pretexto de perpetuarse en sus posiciones de privilegio.
Cuanto más hagan ustedes por evitar una sociedad más justa, más se esforzará la sociedad civil en conseguirlo y más grande será vuestra derrota, que será, sin duda, la victoria del pueblo. De un pueblo mal educado; pero digno y es a partir de la dignidad desde donde se debe desterrar a la política de la educación.

Juan Carlos Vázquez

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