domingo, 27 de enero de 2013

SI AL CAMINAR POR LOS JARDINES DE UN PSIQUIÁTRICO, UN PACIENTE O EL DIRECTOR, (NUNCA SE SABE), TE PREGUNTA QUE SI ERES RAJOY, DILE QUE NO, SIN DUDAR TU RESPUESTA, DE LO CONTRARIO NADIE SABE LO QUE PUEDE PASAR…

Señor que actuaba como Rajoy el día de Halloween, en
una visita informal a mi casa
e iba asustando a las abuelitas de la comunidad
Sigue pensando que es él, y lo que es peor, que lo
está haciendo bien.

Eduard De Bono, en su libro, “Seis sombreros para pensar”, desarrolla una serie de formas creativas de pensamiento, el denominado pensamiento lateral. En su primer capítulo, se centra en los pormenores de lo que denominó “actuar como sí…”. Esta forma de pensamiento creativo, se basa en el principio, según el cual, si una persona adopta las actitudes, formas de pensar y de ser de un pensador, realiza sus movimientos característicos, y adopta la intencionalidad de lo que representa, manifestándola tanto a sí mismo, como a los que le rodean, pronto su cerebro integrará el rol que está actuando y lo hará propio. Es como cuando un actor hace tan suyo el personaje que representa que se acaba convirtiendo en él, y viviendo en un psiquiátrico, claro.
Esto significa que si finges ser un pensador, un loco, un alcalde de izquierdas, un presidente de la Nación, o cualquier otro personaje, y acabas convencido, tanto tú mismo, como los demás, que acabas actuando “como si realmente lo fueses”.
Por tanto, si una persona en particular “actúa como si…”, no quiere decir que lo sea realmente. Simplemente es una forma de pensamiento, denominado pensamiento creativo, y viene a ser una especie de ejercicio mental, una forma de empatizar con los roles ajenos o añorados por el individuo.
Para “ser realmente”, se precisa, además de la voluntad, de “querer ser”, un mínimo nivel de excelencia intelectual que posibilite el desarrollo de esa creatividad necesaria para desplegar las artes de la abstracción interpretativa, que permita ser y actuar “como si…”.
Si la potencialidad intelectual no ayuda a discernir entre lo real y lo ficticio o fingido, es posible que el individuo en cuestión sufra una crisis de supervaloración inconsciente. (Hecho este que no reviste mayor gravedad, al menos mientras el individuo en cuestión se halla a más de un kilómetro del nivel de la realidad).
Supongamos que una persona actúa como si fuese un presidente del gobierno, de un país imaginario que vamos a llamar España. Según lo anterior y acorde con el rol que representa, la posición de este personaje se sitúa por encima del nivel de la normalidad y por tanto sufrirá indefectiblemente un proceso de autosupravaloraciónpersonal inconsciente, no basada en argumento científico alguno. Hay quien tiene un dicho popular para estos casos concretos que dice algo así como que “ni él podía haber llegado más alto ni nosotros caer tan bajo”.
Este estado catártico de empoderamiento personal, que lo convierte en una especie de Gobernante Supremo, de Emperador, de dueño del mundo de su Nación, conducirá a nuestro actor hacia un abismo autocrático, hacia un endiosamiento ridículo, que le hará gobernar desde dos premisas básicas:
1.- Solo él decide lo que está bien o mal. (Como dueño y señor de la verdad)
2.- Solo dará la cara, más que para atribuirse los éxitos tanto propios como ajenos.
El decálogo del aprovechado de Juan Carlos Vicente Casado, en su “Estudio de la Asertividad”, puede resumirse en los dos principios anteriores.

Juan Carlos Vázquez

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