Ya no hace falta que se
independice Cataluña de España para que en Aragón tengamos playa, es más, creo
que la playa se ha extendido a todo el territorio nacional interior. Ahora es
cuando todos ustedes dicen que ya me he perdido, que soy irrecuperable para el
mundo de los cuerdos, que no valgo ni para piezas; pues bien, si no es cierto
lo que digo ¿a qué se deben la infinidad de mareas que están arrasando nuestras
comunidades de interior?, donde no hay playa no hay marea, o me equivoco.
Quizás el problema está en
que estas ideas de playas no se correspondan con las que tenemos en nuestra
mente, es decir, el término playa, aún manteniendo intacto su significante, ha
variado su significado y no corresponde a masa de agua cercana al litoral
terrestre, sino más bien a montón de mierda política neoliberal ultraconservadora
que está impregnando de lodos apestosos todo lo que toca. Es como una especie
de alquimia a la inversa, que ha desviado su objetivo de la búsqueda incansable
de la piedra filosofal, variando su rumbo hacia la erradicación de toda clase
de privilegios sociales de una clase media, de por sí, bastante debilitada y
enferma.
Todo el equilibrio social que
tanto ha costado conseguir, se ha ido a la mierda, gracias a nuestros ilustres
e ilustrados gobernantes, “doctores honoris causa” por las Universidades
clientelistas de sus gobiernos, desde que nos dicen que estamos en Democracia.
Y digo nos dicen, porque yo
no me lo creo, salvo que se trate de una Democracia méramente Representativa en su más mínima,
minimisérrima, expresión. Una Democracia, que es tal, porque considera el
derecho a voto y las elecciones libres cada cuatro años. Hasta aquí es
Democracia, los demás preceptos o pilares básicos se los han pasado por el
forro de la mesa camilla de sus gruesos traseros, señores y señoras diputados.
Bueno, que nos vamos hacia
Úbeda y sus Cerros, estamos con las mareas blanca, roja, naranja, verde, etc.
mareas en zonas de nuestra geografía de interior, desde los llanos eternos de
Castilla, hasta las cumbres escarpadas de nuestros pirineos. Estas mareas,
mareas sociales, tienen una misión similar a la del Cid Campeador, reconquistar
España; pero desde otra óptica más interesante que ese caballero trotón del
medioevo. El Cid quitó tierras a los árabes, (moros para los incultos xenófobos
de siempre), para dárselas al catolicismo y desde este llegarían a la población,
cosa que no fue así, ya que una vez usurpadas a nuestros prósperos “inquilinos”,
puesto que no nos invadieron, pasaron a manos de la Santa Madre Iglesia, y así
la Península pasó a ser Católica, pero ya está, católica, los pobres siguieron
siendo pobres; pero ahora ya católicos, que es distinto y cambia el tema.
Estas mareas, lo que tratan
de recuperar es algo más abstracto y sutil, es la dignidad de los pobladores de
estas tierras, de sus trabajadores. Conservando su sustento, con el cual se
conserva el sustento de todos. Además esta es una marea que si se junta con los
vientos de nuestro Aragón puede llegar a convertirse sin duda en tormenta, en
tormenta perfecta, capaz de arrasarlo todo, cultivos, pueblos, ciudades,
gobierno, etc…
Hay que tener cuidado con estas
mareas de carne humana que, al contrario que en los tiempos del Cid, poseen
herramientas, conocimientos e información, se coordinan en la participación
activa, consolidando un bloque de acción difícil de frenar.
Señores políticos de este
Bendito Aragón, y lo hago extensivo al resto del país, ándense con ojo y olvídense
de las tropelías que intentan realizar, pues no hay animal más peligroso que un
“maño cabreao”.
No queremos mar, es tontería,
para eso tenemos Salou, Pineda y Peñíscola, que al fin y al cabo es como si
fuera nuestro. Lo que queremos es vivir en paz, con nuestros derechos hechos
efectivos, con una sanidad, educación, beneficios sociales y resto de
coberturas sociales que nos permitan, simple y llánamente, hacer eso que se
hace mientras se va muriendo, vivir.
Juan Carlos Vázquez
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