domingo, 2 de diciembre de 2012

LA TORMENTA PERFECTA, EL CID Y UNOS SEÑORES DE ZARAGOZA




Ya no hace falta que se independice Cataluña de España para que en Aragón tengamos playa, es más, creo que la playa se ha extendido a todo el territorio nacional interior. Ahora es cuando todos ustedes dicen que ya me he perdido, que soy irrecuperable para el mundo de los cuerdos, que no valgo ni para piezas; pues bien, si no es cierto lo que digo ¿a qué se deben la infinidad de mareas que están arrasando nuestras comunidades de interior?, donde no hay playa no hay marea, o me equivoco.
Quizás el problema está en que estas ideas de playas no se correspondan con las que tenemos en nuestra mente, es decir, el término playa, aún manteniendo intacto su significante, ha variado su significado y no corresponde a masa de agua cercana al litoral terrestre, sino más bien a montón de mierda política neoliberal ultraconservadora que está impregnando de lodos apestosos todo lo que toca. Es como una especie de alquimia a la inversa, que ha desviado su objetivo de la búsqueda incansable de la piedra filosofal, variando su rumbo hacia la erradicación de toda clase de privilegios sociales de una clase media, de por sí, bastante debilitada y enferma.
Todo el equilibrio social que tanto ha costado conseguir, se ha ido a la mierda, gracias a nuestros ilustres e ilustrados gobernantes, “doctores honoris causa” por las Universidades clientelistas de sus gobiernos, desde que nos dicen que estamos en Democracia.
Y digo nos dicen, porque yo no me lo creo, salvo que se trate de una Democracia méramente Representativa en su más mínima, minimisérrima, expresión. Una Democracia, que es tal, porque considera el derecho a voto y las elecciones libres cada cuatro años. Hasta aquí es Democracia, los demás preceptos o pilares básicos se los han pasado por el forro de la mesa camilla de sus gruesos traseros, señores y señoras diputados.
Bueno, que nos vamos hacia Úbeda y sus Cerros, estamos con las mareas blanca, roja, naranja, verde, etc. mareas en zonas de nuestra geografía de interior, desde los llanos eternos de Castilla, hasta las cumbres escarpadas de nuestros pirineos. Estas mareas, mareas sociales, tienen una misión similar a la del Cid Campeador, reconquistar España; pero desde otra óptica más interesante que ese caballero trotón del medioevo. El Cid quitó tierras a los árabes, (moros para los incultos xenófobos de siempre), para dárselas al catolicismo y desde este llegarían a la población, cosa que no fue así, ya que una vez usurpadas a nuestros prósperos “inquilinos”, puesto que no nos invadieron, pasaron a manos de la Santa Madre Iglesia, y así la Península pasó a ser Católica, pero ya está, católica, los pobres siguieron siendo pobres; pero ahora ya católicos, que es distinto y cambia el tema.
Estas mareas, lo que tratan de recuperar es algo más abstracto y sutil, es la dignidad de los pobladores de estas tierras, de sus trabajadores. Conservando su sustento, con el cual se conserva el sustento de todos. Además esta es una marea que si se junta con los vientos de nuestro Aragón puede llegar a convertirse sin duda en tormenta, en tormenta perfecta, capaz de arrasarlo todo, cultivos, pueblos, ciudades, gobierno, etc…
Hay que tener cuidado con estas mareas de carne humana que, al contrario que en los tiempos del Cid, poseen herramientas, conocimientos e información, se coordinan en la participación activa, consolidando un bloque de acción difícil de frenar.
Señores políticos de este Bendito Aragón, y lo hago extensivo al resto del país, ándense con ojo y olvídense de las tropelías que intentan realizar, pues no hay animal más peligroso que un “maño cabreao”.
No queremos mar, es tontería, para eso tenemos Salou, Pineda y Peñíscola, que al fin y al cabo es como si fuera nuestro. Lo que queremos es vivir en paz, con nuestros derechos hechos efectivos, con una sanidad, educación, beneficios sociales y resto de coberturas sociales que nos permitan, simple y llánamente, hacer eso que se hace mientras se va muriendo, vivir.

Juan Carlos Vázquez


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