Gente diciendo lo que les han dicho que digan |
Cuando se plantea este tipo
de protesta social, se debe hacer con ciertas garantías de éxito. Una huelga es
una representación de fuerza, es una forma de expresar el desacuerdo, la
oposición, el rechazo a una forma de gobierno considerada equivocada, mediante
el ejercicio de un derecho democrático como es el derecho a huelga, (todo esto en
una democracia indirecta, claro está, ya que si la democracia es directa sería
una huelga del propio pueblo hacia sí mismo, y esto es de gilipollas).
Cuando importantes centrales
sindicales no se adhieren a esta convocatoria, hay que replantearse lo de la
huelga, o al menos lo de general. Las motivaciones de estos sindicatos
contrarios a esta huelga pueden ser más o menos discutibles; su discurso puede
ser similar al partido en el poder, como el ridículo caso del CSIF, (que no se
unió a la convocatoria por motivos políticos, serán tontos, qué motivos pueden
ser si no); pero de cualquier forma son legítimos, están en su derecho.
Si jugamos un partido de
fútbol, lo primero que haremos será formar un equipo de once jugadores, ya que
si somos menos seguro que nos vapulean y para eso me quedo en casa. Este
ejemplo no es aplicable al Real Betis Balonpié, ya que este es capaz de ganar
hasta sin portero. Y esto está tan claro como que yo no soy el obispo de
Tarazona.
Estamos en un periodo de
fuertes y acelerados cambios a todos los niveles y no sabemos enfrentarnos a
estos. Nos desenvolvemos en dos tipos de ambientes: el natural y el social, el
primero nos empeñamos en joderlo y en el segundo hemos perdido el Norte, estamos
perdiendo el ritmo evolutivo.
Sería preciso encontrar las fuerzas
que mantienen cohesionados a los individuos en este complejo conjunto de
relaciones que es la sociedad, al igual que existen las fuerzas físicas que
mantienen el equilibrio del universo, o las energías químicas que dan solidez y
estructura a sus individuos microscópicos, los átomos. El problema está
precisamente en buscar esas energías que nos mantengan unidos, esas fuerzas que
hicieron posible que nuestra especie sobreviviese y se adaptase a las nuevas
circunstancias y adversidades del paso de miles de años. Esas fuerzas que
hicieron posible la lucha social en la Revolución Industrial, esa sangre que
llenaba las arterias de los revolucionarios franceses, el arrojo de los
antifranquistas en los tiempos en los que no se podía ser antifranquista. Y
aquí estamos, perdidos, como un hijo puta en busca de su partida de nacimiento
en un puticlub de la Habana. No
somos capaces de defender lo que es nuestro, cada uno rema para su propia
orilla de su propio mar de mentiras con su flotador lleno de mierda y parches.
Los sindicatos en su búsqueda
de estatus junto a los aparatos del “desgobierno” que ordenan, mandan y
decretan. Han perdido su legitimidad frente a la sociedad civil, y esta tiene
que buscar nuevas vías, nuevas propuestas de acción que les permitan expresar
su descontento frente a los que realizan el ejercicio del poder de espaldas a
su pueblo. La sociedad busca el consuelo de plataformas que defiendan sus
derechos corporativos, de asociaciones de ciberciudadanos, de redes sociales,
de Internet.
El sentimiento de abandono de
la clase trabajadora es global, como gusta decir ahora, global. El trabajador
está vendido a las expectativas empresariales, desnudo en un desierto de
injusticias y continuos ataques a su dignidad, vendido por sus propios
representantes sindicales, por sus propios gobernantes al mejor postor.
Sea como fuere, la huelga, no
digo general porque no quiero mentir, ha sido todo un éxito, al menos para el
gobierno y para las centrales sindicales que la convocaron, las cuales ya han
conseguido el compromiso de Montoro de volver a liberar al 30% de los
representantes que este mismo mandó a sus trabajos hace poco menos de una
semana. Con lo que los sindicatos vuelven a tener unos dos mil sindicalistas
más al servicio de sus centrales, que no de los trabajadores. Es triste, además
saber que esto lo publicó este señor y ministro el mismo día de la Huelga.
Juan Carlos Vázquez
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