El origen de esta terminología que divide a la sociedad en dos partes, o en
dos mitades, (considerando que esas dos mitades no tienen porqué ser iguales),
es ocasional.
La derecha e izquierda son términos que no permiten duda al referirnos a si
una persona es diestra o zurda, zoqueta, como decimos en Aragón, o siniestra
como también puede decirse, solo que este término parece menos usado por el
carácter peyorativo que conlleva. Hay ciertas
culturas que guardan la mano izquierda para usos o menesteres “indignos”. La condición de zurdo ha sido considerada
como una anomalía y una presunción axiológicamente desfavorable, todos
conocemos a alguien que en la escuela era corregido de su zurdez a base de
cocotazos, reglazos o cualquier otro tipo de castigo físico o moral.
Usados, estos vocablos para esta distinción anatómica, en la
que diferimos unos de otros por el uso de una u otra mano, de uno u otro lado
del cuerpo, no conduce en forma alguna a error. Cuando estos dos términos son
usados en otros ámbitos significativos, la confusión puede ser realmente
insalvable. Pueden pasar de ser términos absolutos a considerarse relativos al
observador. Por ejemplo, al situarnos frente a alguien y preguntarle por la
ubicación de un lugar concreto, una calle por ejemplo, nos dirá la situación
exacta del lugar según su posición, la cual es opuesta a la nuestra, ya que lo
que para él es izquierda, para el que interroga es derecha, con lo que el lío
es impresionante. ---Siga recto y en el primer semáforo gire a la derecha-,
pero… ¿su derecha, que es mi izquierda? o ¿su izquierda, que es realmente mi
derecha?. El interrogado responde desde su propia perspectiva o por el
contrario, a fín, de garantizar la comprensión de su respuesta se sitúa en la
posición del interrogador. Para evitar estas confusiones, en las que a veces,
el interrogador sale más confundido que un pato en la NASA, la geografía se
inclina por la terminología inequívoca de los puntos cardinales; pero que
tampoco resuelve el tema, ya que si cambiamos izquierda/derecha por Norte, Sur,
Este y Oeste, suponemos que el que interroga está situado cardinalmente en el
punto en el que realiza su interrogación y tiene localizados los puntos
cardinales desde esa situación, porque si no, casi es preferible volver a
preguntar sobre izquierda o derecha.
Vemos por lo tanto que igual que pueden ser términos
precisos y absolutos, pueden pasar a ser totalmente ambiguos e imprecisos.
En política, la distinción entre izquierdas y derechas, se
debe a la Revolución Francesa, concretamente a la Asamblea Constituyente, en la
que los diputados se hallaban divididos en dos grupos enfrentados: los de la
Gironda y los de la Montaña, situados a la derecha y a la izquierda del
presidente, respectivamente; así se produjo la identificación de unos con la
izquierda y de otros con la derecha. El grupo de la izquierda se identifica con
la radicalización revolucionaria, bajo las consignas de “libertad, igualdad y
fraternidad” y que desencadenó una etapa de utopías y ferocidad, solo frenada
con el golpe de Estado de Bonaparte. Robespierre, Danton y Marat fueron los
promeros caudillos y los que definieron el primer partido político francés que
se situó a la izquierda.
Por lo dicho, las razones de esta diferenciación izquierdas/derechas,
se debe a razones históricas más que a lógicas, por lo que esta referencia
distintiva entre ambos extremos de la política es meramente nominal, siendo su
contenido variable, cambiante y su significado ocasional y fortuito.
Tanto es así todo lo mencionado anteriormente, que la izquierda de siempre,
con el fin de alcanzar adeptos, potenciales votantes, entre las clases medias y
altas ha moderado su discurso; así como la derecha histórica a imbuido sus
discursos de un pegajoso y rimbombante populismo, en un claro intento de
acercamiento a las clases humildes. En estas farsas se han difuminado los
límites entre izquierda y derecha, haciendo difícil la separación entre ambas
tendencias.De igual forma una misma ideología pude ser considerada de derechas o de izquierdas, según el ámbito territorial que se abarque en ella, por ejemplo, el nacionalismo de ámbito nacional, es una tendencia principal de la derecha, o de lo que consideramos derecha. Así, los líderes de esta tendencia se cubren con los colores de la bandera nacional a la hora de defender sus vacíos discursos populistas. Pero si el nacionalismo abarca una región o una parte dentro de una Nación, esta idea nacionalista es marcada e indefectiblemente atribuible a la izquierda más radical. Vemos que una clara tendencia de la derecha hacia el nacionalismo exacerbado es también una clara tendencia de la izquierda, por lo que en este concepto, izquierda y derecha defienden una misma ideología, solo que diferenciada en la extensión de tierra y límites de la misma a la que se refieren en uno y otro caso.
Podríamos seguir extendiéndonos con conceptos como libertad, poder, autoridad, libertad, igualdad de oportunidades, en los cuales veríamos que posturas claramente antagónicas, puede resultar que no lo sean tanto en la práctica de la realidad, por lo tanto y concluyendo este rollo macabeo, en el cual yo he sido igual de víctima que ustedes, señores lectores pacientes, podemos decir que las ideas de izquierda y derecha no son absolutas y que al aplicarlas a la política, sus convicciones se han transformado y no podemos establecer delimitaciones claras entre uno y otro.
Lo que realmente diferencia hoy día a unas corrientes políticas de otras es su posición frente a sus rivales en la lucha de poder, mejor dicho, en la conquista de este. Las artimañas y engaños que usen para conseguir esas posiciones de poder frente al enemigo político difuminado entre sus propios límites y camuflado en las mentirosas campañas publicitarias electorales, preelectorales y postelectorales. Todo lo demás, en política, es secundario, cuando de alcanzar el poder se trata, lo que nos lleva de forma inequívoca a la decadencia de la clase gobernante y en general de toda la élite política, así como a la falta de ética y una aplastante e irreversible atrofia intelectual de estos.
Perdón.
Juan Carlos Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario