miércoles, 30 de julio de 2014

PAPÁ, QUE DE MAYOR NO QUIERO SER PRESIDENTE, QUIERO SER MAFIOSO



¡Padre, tenemos a la policía en los talones, tenemos que hacer algo!- dijo el hijo.
-Ya lo se hijo- contestó su padre.
-No te preocupes hijo, en la provincia de Tarragona, en la sierra del Monsant – parque natural protegido -, está el pueblo mas pequeño de Catalunya. Se trata de Albarca con 2 habitantes, coge el dinero, a tus hermanos y a tu madre y poneros a salvo. De la justicia me encargo yo, como siempre, por mí no os preocupéis- dijo el padre.

Cogió el teléfono y llamó al juez para contarle que tenía a la policía en los talones y que iba a salir a la luz su secreto tan bien guardado durante años. Su tapadera de hombre honorable se había podrido y se iba a quedar al descubierto. El juez, muy atento, lo estuvo escuchando mientras le contaba lo que ya sabía, y le aconsejó que enviara una nota de prensa a los medios afines; pero sin dar demasiadas explicaciones, la nota debía ser breve y difusa, confesando su “falta” y dejando claro que se ponía a disposición de la justicia. 

Al pedir perdón de esta forma, el delito pierde valor y se transforma en una mera travesura o en un descuido de la ley o en una simple e inconsciente falta. Sabía que esto le daba el tiempo necesario para borrar las huellas de su crimen, crimen que de esta forma hace que el muerto parezca que murió solo, como sin querer. Además el Padrino estaba viejo y cansado, no quería luchar y producir un baño de sangre, metafóricamente hablando. Solo quería limpiar su honor, su honor de mafioso, su honor del jefe de la mafia de Catalonnia. 

El poder que tuvo durante treinta y cinco años hace que muchas personas estén en deuda con él, todos aquellos a los que proporcionó buenos puestos en la administración, la justicia y la policía. De forma que tenía control absoluto sobre lo que fue su pequeño reino. Sus habitantes le dieron el título de Honorable y por ello debía rendir cuentas a este título y hacer el teatro de pedir perdón a aquellos que con su actuación hubiera podido ofender. Durante su mandato las cosas se hacían como el “jefe” quería, al igual que Robert De Niro en la película “Casino”, cuando dijo la famosa frase: “hay tres maneras de hacer las cosas: bien, mal y como yo las hago”.

Sabía que se iba a meter en la boca del león hambriento; pero le daba igualdad, su edad y sus deudores se las apañarían para sacarlo de esta situación, con su familia ya a salvo. Tendría que soportar burlas y escarnios, amenazas, incluso de sus amigos, como parte de la escena a representar, ya que a la hora de la verdad nadie tenía el valor de condenarlo firmemente y mandarlo a prisión a expiar todas sus culpas, que en treinta y cinco años no fueron pocas.
Pobre hombre, viejo, arrinconado de la vida pública de la que fue el número uno, con una gran familia de siete hijos, como toda buena familia mafiosa y opusiana que se precie. Siete hijos  con su padre como mentor e ídolo a seguir, como bandera que guía sus vidas y por quien uno tras otro darían su vida. Los padres mafiosos , son más padres que los demás, artículo uno, ante cualquier duda se aplicará el artículo 1. 

Marlon Brando en God father dijo: “Manténte cerca de tus amigos pero más cerca de tus enemigos”, así decidió quedarse y enfrentar la situación que era ya inevitable. El pastel estaba a punto de ser descubierto y antes de que eso sucediera debía tener previsto un “Plan B”. Cuando fue avisado por sus contactos en la policía y el juzgado, llamó a su abogado que, al igual que su amigo el juez le aconsejó la confesión, lo cual hizo sin dudar.
Su abogado era su hombre de confianza, más que sus hijos, que con su impaciencia por llegar a donde ha llegado su padre no hacían otra cosa que meter una y otra vez la pata, Pero su padre siempre estaba ahí, con su querido amigo y abogado a su diestra para aconsejarle en cualquier situación.

A partir de aquí todos sabemos lo que sucede a estos jefes mafiosos, pistas, delitos sin esclarecer, fraude, corrupción, juicios que se prolongan en el tiempo, nuevos datos, nuevos incriminados, testigos, contables, más abogados y tiempo, mucho tiempo, el suficiente para que el escándalo se diluya y al final llueve, solo llueve, ya nadie se acuerda de aquel hombre que con título de honorable, se estuvo riendo de sus estafados durante años, con total inmunidad, elegancia y hasta clase. Ese hombre pequeño, de hablar singular, como todos los grandes capos de la historia, pasó a la historia siendo recordado incluso con cierto cariño, con el cariño que declara el estafado a su estafador, reconociendo la inteligencia de este y tapando al tiempo su ignorancia. Mientras tanto desde la ventana, solo lluvia.

Esta es una historia fantástica que no tiene ninguna relación con la realidad, ¿o sí?.


Juan Carlos Vázquez


No hay comentarios:

Publicar un comentario