martes, 22 de julio de 2014

NO HAGO OTRA COSA QUE PENSAR EN TÍ



Aunque lo parezca, por su sugestivo título, este relato no tiene nada que ver con una declaración de amor, emociones o de sentimientos erótico – festivos; sino todo lo contrario. En este, intentaré expresar, desde el sosiego y la calma, el motivo de mis desvelos, que no es otro que la contemplación de un mundo idiotizado dominado por unos dominantes dominadores de pacotilla que no hay Dios que los baje de su silla. Comenzamos bien, hasta con rima…, pues vamos a continuar.
Respiro hondo y cojo aire, de fondo un disco de “Vángelis” juega con las ondas del aire que inunda mi espacio de reflexión profunda. Sentado en mi particular trono, contemplo a mi izquierda una cortina impermeable y a mi derecha un sedoso papel blanco tan bien enrollado que da la sensación de pedir a gritos que juegues con él, que estires de él. Un poco más alejado el bidé, justo debajo de un radiador colgado en la pared a modo de toallero. La puerta cerrada y frente de mí, yo otra vez; pero yo al revés, mi yo en el espejo situado sobre el lavabo. Aunque en apariencia sea una zona de la casa fría e inhóspita, es el único lugar en que somos realmente nosotros, aquí no vale fingir, te desnudas, te limpias las impurezas externas y, cantas sin pudor y al hacerlo liberas tu alma de vergüenza. 
Tu voz suena cual barítono y entonas arias, adagios y hasta zarzuela, transformándote en tenor, o soprano o mezzosoprano, es igual, nada importa, eres libre y estás solo. (Si no estás solo no se te ocurra hacer el payaso como cuando sí lo estás).
En este habitáculo forrado de cerámica, tras hacer lo que allí has ido a hacer, dedicas un tiempo a tu interior, a la meditación, silenciosa, aislada y fría. Miras el espejo intentando ver más allá de lo reflejado, cierras los ojos; pues con ellos abiertos sigues viéndote a ti mismo con los pantalones bajados, y eso rompe con toda magia.
De pronto la pituitaria de nuestra nariz detecta un aroma que no le es desconocido, e incluso me atrevo a decir que no le resulta desagradable, quizás sea por identificación, y mi pensamiento, inmediatamente deriva hacia derroteros no buscados voluntariamente. Mis deseos se desvanecen en pro de la nueva dirección a la que me conducen las infinitas reacciones químicas de las neuronas de las circunvalaciones cerebrales.
Relaciono el olor con algo conocido…, la política, todo me comienza a oler a Rey, a Rajoy, a Zapatero, a Rubalcaba, a Aznar, a Felipe. Olores a naturaleza política podrida que salen del interior de la taza del water, entre el hueco dejados por mis piernas entreabiertas. Sale de ahí, es repugnante, ¿cómo es posible tanta mierda junta?, ¡qué asco!. ¡A la mierda mi periodo de meditación!, ¡serán cabrones!, ¡cuadrilla de sanscoulottes!, ¡fetos malparidos!.
Siempre la misma historia; aunque por suerte en este mi pequeño mundo impermeabilizado y forrado de baldosas es fácil desprenderse de la mierda, basta con tirar de la cadena, (¿porqué diremos siempre tirar de la cadena cuando lo que hacemos es presionar un pulsador o tirar de un tirador?) y adiós, al fondo del mar, ¡matarile, rile, rile, matarile, rile ron, chis, pón!. Parece que vuelvo a sonreír, mi vida comienza a llenarse de gozo, ¡si todo fuera tan fácil!.
A mi querido Rajoy que me lo imagino marrón y con moscas a su alrededor y me asusta, y a su niña, que da más miedo, si es que eso es posible, os despido vaciando la cisterna y os veo marchar tragados por el remolino perfecto que produce el agua al vaciarse en este hemisferio.

Juan Carlos Vázquez

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