jueves, 24 de julio de 2014

ISRAEL MASACRA A LOS POBRES CON BOMBAS, RAJOY CON PARO Y CON HAMBRE.

El trabajo es perjudicial para la salud.
Vamos a crear un caso práctico en el que veremos que la situación de gran número de trabajadores es coyuntural.
Supongamos una empresa de servicios, que vamos a llamar "X", con unos cincuenta trabajadores, que equivale a cincuenta familias, y que desde hace treinta años desempeña su labor en el sector Servicios, concretamente en el Mantenimiento de Instalaciones y Edificios Públicos. Los trabajadores todos ellos con un elevado nivel de cualificación profesional, han realizado sus tareas dentro de la empresa como si esta fuese suya, sin crear ningún problema ni a sus jefes ni a sus clientes.
La empresa "X" ha gozado de prestigio entre sus clientes durante todos estos años, por lo que nunca le ha faltado trabajo. Esta es la situación ideal y es en la que se movía esta empresa.
El trabajo por cuenta ajena produjo grandes beneficios al empresario y este amplió negocio, realizo inversiones y diversificando la empresa, para lo cual tuvo que recurrir a la banca en busca de crédito, la cual no dudó en conceder estos préstamos.
Varios de los contratos de "X", estaban relacionados con diversos sectores de la administración pública, que ya sabemos que pagar, lo que es pagar paga; pero tarde, quizás demasiado tarde.
Al llegar al año fatídico del comienzo de la Crisis, este señor empresario remolcaba varios créditos; pero seguía manteniendo los clientes y por tanto el trabajo para sus cincuenta empleados; pero llegó el día en que la Administración, muy en su línea de falta de vergüenza, comenzó a retrasar los pagos, con la justificación de la Crisis famosa. Estos retrasos llegaron a ser superiores a once meses, lo cual descalabra al más pintado; pero la empresa continuó adelante; aunque, claro está, retrasando los pagos a sus trabajadores.
En esta situación, nuestro empresario asfixiado por las deudas volvió al banco que en su día le ayudó, (entendiendo siempre este concepto desde el punto de vista que lo ve la banca, que no es ni parecido al concepto que los mortales tenemos del mismo), pero esta vez le dijo que no, que lo sentían pero que no. Ese banco que había recibido una porrada de millones a fondo perdido del erario público se negó a prestar, fijaros que no digo dar, digo prestar, prestar a interés, una cantidad determinada a nuestro personaje.
Como es tanta la deuda decidió apostar por salvar la empresa, cuan abanderado seguido de las cincuenta familias, sobre su corcel blanco a trote.
Como no tenía liquidez, para la empresa, que para él si, hizo lo único que puede hacer, no pagar a sus empleados y estos le siguieron, no abandonaron el barco. Así un mes, otro mes, otro mes, otro mes, otro mes, otro mes, otro mes, otro mes y otro mes, hasta que los ahogados eran ellos. Ocho meses sin cobrar, con hipotecas, con hijos, con una vida por delante, los héroes no se jubilan de héroes y estos trabajadores ya no podían seguir siendo héroes, héroes de una causa perdida, que ya no es la empresa, sino ellos mismos.
Estos, con el asesoramiento legal pertinente presentaron en el juzgado la petición de extinción de contrato por el impago de las nóminas. El empresario, ante esta situación se sentía como escorpión dentro de un círculo de fuego y culpó de su codicia a sus trabajadores. Los responsabilizó del hundimiento de su empresa, del hundimiento de su barco, que solo tenía un salvavidas, el suyo.
La empresa se desmorona, el enfrentamiento es abierto, entre trabajadores y empresarios, entre trabajadores con trabajadores, con sus conciencias, que la tienen, con la duda de si han hecho bien o no, de si han actuado tarde o demasiado pronto, con la duda de si podían haber aguantado más y si con ese sufrimiento habrían salvado el futuro. El futuro no es de los pobres, de los pobres es el presente, el día a día y tampoco es que pidamos mucho más.
Hombres fuertes y rudos, de los de toda la vida trabajando, llorando como niños ante la impotencia de una situación que se les ha ido de las manos. No es este el premio que merecen por sus años de dedicación a la empresa del empresario con yate y chalet en la playa, solo piden que se les pague lo que se les debe, que se quede el yate, y el chalet.
Con la moral por el suelo, no pueden ya mantenerse erguidos para expresar su dignidad. ¡qué triste!, solo con que hubiese tenido acceso a crédito quizás se habría salvado, solo con que la administración pagase a su hora quizás también se hubiese salvado, lo que no se puede pedir es que sean los trabajadores los que la patrocinen, ellos solo tienen su trabajo, sus manos para realizarlo y su voluntad; pero ya no pueden más y caen al suelo señalados desde arriba por el dedo amenazador del empresario que los señala culpables de su propia situación, de su propia miseria.
Este es el caso hipotético que por desgracia llega a ser real, todos conocemos alguna empresa "X" y alguna familia que dependía de esa empresa "X" y me importa y me duele que esto esté pasando.
Gracias a la Crisis, los gobiernos neofascistoides del liberalismo exacerbado han justificado estas políticas de dar al que tiene y quitarle al que no tiene, que están dejando en la miseria a tantas familias y que están elevando a lo más alto de la hipocresía y la opulencia a unas pocas.
Si tras esto no tengo razón en que el trabajo es perjudicial para la salud, por favor hacérmelo saber.
Pero no pasa nada, la vida sigue…para algunos.



Juan Carlos Vázquez

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