sábado, 30 de noviembre de 2013

LEGISLACIÓN, ENFERMEDAD Y EXCLUSIÓN SOCIAL. ¿CUÁNTOS CHURROS LE PONGO?, NO, NO QUE NO QUIERO CHURROS QUIERO UNA LEY QUE ME PERMITA SER ILEGAL, POR FAVOR.

Aquí se guardan los frutos de sus leyes; pero en papel moneda
Los antiguos filósofos ya hablaban de “la jaula de hierro” al referirse a la reglamentación que guía nuestra vida social y eran partidarios de que las leyes deben ser justas y pocas, pues deben orientarse al interés común, por tanto si no es así, si intentamos legislar hasta los más simples y pequeños aspectos de la vida social, si intentamos poner normas hasta en la forma en que nos debemos peinar, haremos una jaula muy tupida, entraremos en el campo de los intereses y de los objetivos individuales o personales, lo cual va en contra de ese bien común que hablaba en un principio.
Por otra parte, el exceso de legislación puede entrar en conflicto con las leyes naturales y con las costumbres cotidianas, incluso con la razón, produciendo contrariedades legales, incertidumbre y duda.
Las leyes, pienso yo, deben ser en cierto modo ambiguas, con una doble finalidad. Por un lado asegurar los derechos y deberes generales que regulen la convivencia y la vida social y partiendo de esto poder atender ciertos condicionantes individuales, que “justifiquen” el no cumplimiento de las mismas. En este espacio es donde entra en juego las condiciones personales de tipo ético o moral que han llevado a la persona individual o colectivamente a cometer el delito, o mejor dicho a no hacer lo que un determinado número de personas determinó en su momento que se debía hacer.
Todo esto es lógico si partimos de que las leyes ya no provienen de Dios, sino de los hombres, gracias a Dios. Es la voluntad de quien legisla, o mejor dicho  de quien reside la soberanía establecer las reglas que rijan la vida en comunidad, siempre desde la relatividad de estas. No tienen por qué ser universales, sino adaptarse a las condiciones peculiares y particulares de cada lugar, considerando las diferencias y la diversidad.
Creo que cuanto más normas creemos más estamos apretando el corsé que limita la libertad individual al tiempo que justifica la desigualdad como algo si bien no natural sí legal.
Al respecto puedo poner ejemplos varios como por ejemplo el caso inglés, cuya constitución no está escrita por lo que puede ser revisada de forma continua. Al  contrario que en nuestro país, que con una Constitución caduca, que data de los tiempos de la Transición, (por cierto pactada por quien no se debía haber pactado), 1978, tiene el rango de intocable, cosa que no comprendo ya que en 35 años… algo habremos cambiado.
Tampoco entiendo como  es posible que en unos meses pasemos de ser multados en un mismo tramo de autovía por ir a tres velocidades diferentes. Lo que ayer fue exceso de velocidad hoy es permitido y mañana será ampliado. Tienes la sensación de haber sido timado, como cuando en el rastro compras una ganga y cuatro puestos más adelante encuentras el mismo producto mucho más barato.
O lo que resulta patético en este exceso de celo legislador es la penalización de la enfermedad que están realizando hoy día nuestros mentirosos de la política. Como si la enfermedad fuese una elección voluntaria y libre. De escándalo es el caso de las personas que han padecido cáncer de mama o de ovarios y tras superarlo y decidirse a adoptar un niño, pues la enfermedad los dejó estériles, las absurdas leyes al respecto se lo prohíben, (no en todas comunidades).
Es como si estos cabrones cobrasen por cada ley que hacen,  y ya digo, el buen gobierno, desde tiempos muy, muy remotos no consiste en un proceso acelerado de producir leyes, eso vale para los churros, sino en hacer las justas y necesarias, en hacerlo bien, partiendo siempre del relativismo y del funcionalismo de las mismas hacia un único fin la Seguridad de los ciudadanos dentro de los preceptos del bien colectivo.


Juan Carlos Vázquez

viernes, 29 de noviembre de 2013

PARLAMENTARISMO ABSOLUTISTA, ¡VIVAN LAS CAENAS!, ¿OTRA VEZ?...




Llega un momento en que el divorcio entre el Tercer Estado, el pueblo, y la clase gobernante es tan patente que podemos considerarlos mundos diferentes. Hasta el punto de que la crítica política se hace inútil, pues las ideas de este mundo no pueden afectar a un mundo diferente, con el que hemos perdido toda relación.
Las columnas de los periódicos, los blogs, como el de este humilde y pobre hombre, lanzan mensajes al fondo del océano político, sin que nadie los recoja y los haga suyos. Es como jugar al frontón contra ti mismo, todas pelotas te vuelven y encima acabas siempre perdiendo. Es absurdo.
La clase todopoderosa de nuestro parlamentarismo absolutista y situada más cerca de Dios que de los hombres, se ha disfrazado de indiferencia y nos ve desde los cielos, a salvo, como seres pequeños que nada podemos hacer contra su desgobierno desde lo alto del Olimpo.
Ya Rousseau dijo en su obra “El Contrato Social” que los parlamentarios, los diputados del pueblo, no son ni pueden ser sus representantes: solo sus comisarios.
Aunque era otra situación y otro tiempo, sus palabras son perfectamente aplicables a nuestra realidad actual y recordarle a estos semidioses de la Política que lo que es suyo es su boca no lo que dicen con ella en el parlamento. La soberanía es nacional, del pueblo, no de una cuadrilla de vaqueros cuatreros que serían los malos de las películas de indios.
Bueno, de lo malo, tras dejar el poder parece que se quieren volver a hacer hombres, regresar a su apariencia humana, al menos para seguir sangrándonos con sus sueldos, supermegagordos, en consejos de administración o fundaciones creadas por ellos cuando gobernaban para tal fin. Cuando su único fin debiera ser el interés general no el particular desde su posición de privilegio.
Su bajada a la tierra va acompañada de soberbia y prepotencia en forma de libro. Libro en el que nos recuerdan, como si nada sus nefastos haceres en el gobierno, mientras gobernaron, mientras les duró.
Pero lo peor de todo es que los políticos que tenemos es el reflejo de lo que somos, de la sociedad de la que formamos y forman parte, ya que de esta han salido. No han venido de Marte ni de Venus. Por lo que criticarlos a ellos es criticarnos a nosotros mismos. Por ello el planteamiento quizás pase por crear y reforzar una opinión pública en pro de unos objetivos orientados a la paz y la convivencia, o mejor dicho, al Bien común; aunque para ello lo primero y principal es la educación y lo malo es que ellos también lo saben.
Os invito a quedaros en el Olimpo y si tenéis un poco de decencia permanecer callados e intentar pasar desapercibidos o invisibles si podéis, lo digo por vuestro bien y de ahí por el de todos nosotros.

Juan Carlos Vázquez

viernes, 22 de noviembre de 2013

EL CUENTO DE LA SUSPENSIÓN DEL JUEZ ELDIPIO JOSÉ SILVA Y OTROS COLGAJOS



Con la venia de mi amigo Manuel Sogas, uso mi humilde blog para publicar, en primicia y para todo el mundo mundial, su cuento, el cual, con su narrativa ágil e irónica, nos presenta sin tapujos, como la corrupción de nuestro país controla de forma descarada  las más altas esferas de la Justicia. Y desde este servilismo judicial, los mafiosos de la política y de la banca actúan con total impunidad. 



"Érase que se era y que todavía lo es, lo que resulta más guay y molante que un palo de punta: la historia de la suspensión de sus funciones de juez  de Eldipio José Silva. La historia comienza aquí, ahora y desde ayer para mañana.
El juez Eldipio José Silva barruntaba que mucho trigo limpio no podía haber entre famosos maleantes, y con la mosca tras lo oreja empezó a investigar la actuación de Blesa, un distinguidísimo pinta, jefe del mando de Caja Madrid, una de las entidades financieras más importantes del reino del rey que reinaba, que no llegó a rabiar, pero cerca le anduvo la cosa.
Tras sus pesquisas llegó  a encontrar y requisó más de 8.000 mil correos electrónicos del pinta Blesa, entre los cuales ninguno hubo que mencionara el moco de pavo, pero si relacionados con la compra de un banco por encima de su valor en territorio americano, donde acampa la extrema derecha de Cuba, cuya inflamación de precio pudiera ser que pudiera permitirle meterse algún saco de millones en sus bolsillos, que eran grandes como plazas de toros grandes, además de posibles trapicheos en el tráfico de armas, en el que al menos  de pasada aparecía  un famoso torero, diestro de derechas, el maestro José María Aznar, que ni le gustaban los toros ni había visto uno  en su vida que no fuera más allá del toro del coñac Obsborne en las carretas, sin menos cabo ni merma de su valor, que lo tenía y lo demostraba tan pronto se ponía solemne y empezaba a soltar por la boquita que Dios le dio memeces, tonterías, simplezas, y barbaridades. O sea, que era un farute, rico, frío calculador, hipócrita, algo agurtelao, porque el caso Gürtel fue parido bajo sus pies, pero farute.
Viendo esto el juez Eldipio José Silva, y cavilando, casando una cosa con otra, endosando y pegando este artículo con aquel otro del Código Penal, se dijo: ¡joder, cuate, aquí hay tomate! Y ni corto ni perezoso mandó a que fuera encerrado en la cárcel bajo siete llaves el pinta de Blesa.
Pero como Blesa era un pinta que tenía sus buenas agarraderas en la alta torería y sólo había escrito más de 8.000 correos electrónicos, y a más a más, que diría un catalán, era inocente, allá que te va el buen pinta Blesa hablando con unos y con otros y logra salir de la cárcel.
Ante lo cual, el buen juez Eldipio, no le cupo más remedio que darle unos nuevos  meneos a las ramas del Código Penal para ver que artículos maduros  pudieran caer al suelo y fueran de justa aplicación,  como anillo al dedo y, vuelta la burra al trigo, no hay una sin dos, y a la cárcel que te va de nuevo el pinta Blesa. Y  este que se pone a darle al pico con los mismos unos y otros hasta que vuelve a salir a la calle más fresco que un brote verde contra crisis de Rajoy.
Y estando en estas  es cuando mete mano en el asunto el Consejo General del Poder Judicial, que era un órgano amasado con el uno mío el otro tuyo; otro tuyo y uno mío, de dos partidos políticos que más partidos ya no podían estar: PSOE y PP, que admitió el que un Contra juez pusiera freno a la carrera de encarcelamientos a que podría dar lugar la actuación del juez Eldipio José Silva en su intolerable actitud del tú la haces tú la pagas, bribón, según el Código penal en lo relativo a la erradicación del briboneo.
Y esta fue la conversación legal de la marcha La Lirón, transcrita al pie de la letra sin error ni omisión posibles, y por tanto sin poner ni quitar, o sea, de pe a pa, que mantuvieron el juez Eldipio y su Contrajuez:
CONTRAJUEZ: Elpidio, querido, quedas suspendido de las funciones de tal, en virtud del artículo 33, barra variable tipo hija del Rey, puntos a, b, c y demás convenientes con las concordancias correspondientes, aplicables a casos como el tuyo del tira de la hebra que ella nos llevará al ovillo, que china chana, china chana, empiezas por Blesa y a saber si no acabas en Aznar, y tiene este que empezar a dar al menos cincuenta mil explicaciones, a una por pistola de las que él vendió a la oposición venezolana de derechas, y salva sea la parte. O sea…
JUEZ ELDIPIO JOSÉ SILVA: ¡Ja! Obligado me has a defensa propia.  Y en virtud a ello, apelo al artículo 8.000 de los correos que obtuve en mis investigaciones sobre Blesa y demás tropa para poner los puntos sobre las íes.
CONTRAJUEZ: ¡Joder macho!, ¡que pesao!. Defensa, defensa ni leches. A ver si te enteras Contreras: los correos electrónicos que ha enviado Blesa forma parte de su intimidad. Que no los puedes utilizar en tu defensa. Crees que somos tontos y te vamos a dejar organizar tu defensa, o que?
JUEZ ELDIPIO JOSÉ SILVA: Pues me acabas de hacer un hijo de madera. Me has dado en mitad de la frente, perdona, Contra juez, perdona. No sabia yo que los delincuentes como Blesa y compaña hicieran sus programas delictivos a la luz pública dando la mayor publicidad posible a los mismos en las portadas de los periódicos de mayor tirada para general conocimiento de la concurrencia, y evitar así la inviolabilidad de su intimidad al ser investigados por la policía. Reitero, perdóname otra vez, hombre, que un fallo lo tiene cualquiera, nadie es perfecto. No te incomodes conmigo… Pero, que sepas, que me voy defender, no te confundas, Contrajuez.
Y si no pudiera yo…, apelaré al Ojo Atípico y te vas a enterar, gracioso, que eso es lo que eres tú, un gracioso".
*
Manuel Sogas Cotano
Isla Mayor, 19 Noviembre 2013

sábado, 16 de noviembre de 2013

LO BUENO SI BREVE DOS VECES BUENO




Para descansar de tanta retórica, he decidido colgar este texto que realicé para presentarlo a un concurso de relatos breves de la Universidad
Está basado en un escrito publicado en los primeros tiempos de mi aventura blogera.
Es un canto a la libertad, desde una personificación de este concepto abstracto, que toma forma y cuerpo en una mujer sacada del archivo de mi imaginario particular.
Trata de la historia de una mujer, llamada Libertad, que nació libre; pero que dejó de serlo justo en el momento en que podía comenzar su disfrute, tras la guerra civil que asoló a España y la sumió bajo nubes negras durante cuarenta años.
Nuestra protagonista recupera su nombre y con él lo que su significado implica, cuando ya no contaba con tiempo para gastarla; pero sí el suficiente para despedirse con una sonrisa en los labios y orgullosa de llamarse Libertad.
Espero que os guste.

REQUIEM POR MI AMIGA LIBERTAD SOLÍS AGUIRRE
Una cama de Hospital, una etiqueta a sus pies y un cuerpo frío bajo la sábana blanca, inerte.
Libertad la llamaron sus padres, con fiesta sin iglesia, en tiempos de bandera tricolor…, satisfacción.
Tras una feliz infancia, guerra, sangre, hambre, frío, miedo…, ausencia.
Cambiaron su nombre, pasó a ser María, como la Virgen, en la edad que podía dejar de serlo.
Envejeció María, envejeció el dictador, que murió…, ella renació.
María se fue y volvió Libertad, que nunca dejó de ser, deseosa de cicatrizar un pasado del que no fue culpable.
Paz, ilusión, futuro, calor…, presencia.
Hoy se va para siempre, en un ascensor, hacia la impaciente fría nevera del mortuorio, en su puerta, su nombre escrito con mayúsculas: Libertad Solís Aguirre.
Ahora solo silencio
Juan Carlos Vázquez