Superhéroe - anticrisis |
Niño,
tráete la arquilla de la herramienta y una llave de grifa, ¡corre!.- dijo Manuel,
el oficial fontanero -.
¡Ya
voy!. - Dijo Arturo –, que así se llamaba el aprendiz
Ambos
comenzaron con la reparación de la avería, uno aportaba la técnica y los
conocimientos, el otro miraba como hacía el trabajo el primero, le daba
conversación y le acercaba las herramientas que el oficial requería.
¡Niño,
muévete, que parece que tienes horchata en las venas!, ¡si me hubieras visto a
tu edad!.- dijo el oficial -.
El
joven, que no ya niño, estaba un poco hasta los cojones de su jefe, bueno, como
suele ser normal; pero no podía replicarle, al fin y al cabo era este quien le
pagaba y quien le enseñaba el oficio. Además, no encontraría mejor maestro
fontanero; pues a su destreza manual, su limpieza y su habilidad en las
técnicas de esta labor, se unían sus amplios conocimientos de las moléculas de
agua; ya que era licenciado en química. Se jactaba con sus compañeros de oficio
de ser el fontanero que más sabía de agua en su país.
Una
vez metidos en harina, mientras reparaban el tremendo reventón de una tubería
de agua de un local de la calle Esperancita, comenzaron a hablar, con las manos
y gran parte de sus ropas humedecidas por el líquido elemento, omo es normal en un fontanero.
Las
conversaciones en los oficios suelen tratar sobre temas más bien banales e
intrascendentes; es decir, en invierno se habla de fútbol, desde antes que
comience la liga, hasta bastante después de que se acabe. Además lo normal
entre jefes y peones es que cada uno sea seguidor de equipos contrarios y
rivales a muerte, lo cual acrecienta el “afecto” entre ambos. Hay quien ha
llegado a decir que jefes y peones son enemigos naturales, una especie de perro
y de gato, de alumno y profesor, etc. Yo no creo que la cosa sea para tanto.
Una
vez terminada la liga de fútbol continúan las conversaciones sobre este tema;
pero ahora el tema es que el seguidor del equipo que ha ganado la liga se ríe
del otro, que la ha perdido, lo cual no supone ningún problema si es el equipo
del oficial el vencedor.
En
verano las conversaciones tratan sobre tías, lo buena que está esta, lo buena
que está la otra; pero sin ninguna pretensión más allá del simple elogio de la
belleza femenina, por mucho que se diga. Tampoco es que se trate de
conversaciones machistas, ya que el hombre suele ser bastante superficial y
carente de doble sentido en todo lo que dice, al menos en las conversaciones
que usa para matar más rápido su tiempo de trabajo.
Ahora,
el tema cumbre es la crisis y los fontaneros esto lo tienen muy claro y saben
explicarla desde una perspectiva muy profesional.
Así,
el oficial le dice al aprendiz que esta crisis es como un reventón en una
tubería de las gordas, un reventón que no se ha sabido tapar a tiempo y que ha
vaciado el pantano del que se nutre la ciudad. Ahora el pantano está vacío, lo
que los políticos llaman tocar fondo de la recesión, ¡menudos cabrones!,
Si
no hay agua, habrá que volver a llenar el pantano, -dijo el aprendiz.-
¡Claro!,
pero para que se rellene tiene que llover y para ello hay que sacar muchos
santos en procesión,- contestó el oficial-.Lo cual lo dijo no por sus creencias
católicas sino por el mero y simple uso de una frase hecha.
El
agua cae del cielo; pero el dinero no, el dinero sale de donde tiene que salir,
de los que tienen poco, porque los que tienen mucho no lo sueltan. Pero bueno,
a lo que vamos, que lo nuestro es el agua. Sí, hay que llenar el pantano; pero
este se llenará con la sed de los pobres, que serán los últimos en recibir el
agua, ya que en un principio, el agua se usará para llenar las piscinas de los “chalés”
de los tripasllenas, de los ricos. Y cuando estos tengan sus piscinas a rebosar
y sus jardines regados, nos llamarán a nosotros para que reparemos los
reventones que ellos han producido y podamos los pobres beber; pero poco.
¡Ah!,
-dijo el aprendiz-.
Pues
bueno, pásame la llave de grifa y a lo nuestro que es trabajar.,- dijo el
oficial-.
El
aprendiz le pasó la herramienta solicitada y tras esto se dispuso a beber del
botijo; pero bebió poco, no fuera a sentarle mal.
Nota:
todo parecido con la realidad es pura coincidencia: demagogia.
Juan
Carlos Vázquez
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