lunes, 11 de junio de 2012

LA TIERRA DE LOS BUITRES QUE HABLAN.



Vídeo de empleado de Mercadona, tras un curso intensivo
de mentalización sobre la productividad china.

El señor Douglas McGregor, en su libro “El lado Humano de la Empresa”, defiende una teoría bipolar, con fuertes implicaciones motivacionales, sobre los tipos de liderazgo en las organizaciones (empresas), basados en las suposiciones que éstos, los líderes, tienen sobre las personas.
Así, según este autor, el modelo directivo puede ser de dos tipos contrapuestos, según profesen la teoría “X” o por el contrario la teoría “Y”. La primera es aquella que engloba a los directivos que parten de una visión pesimista de la naturaleza humana. Su base es que le hombre, por naturaleza, repugna el trabajo, lo odia, por lo que para hacerlo trabajar debe ser sometido a una férrea disciplina. El obrero debe ser amenazado diariamente en su puesto de trabajo, fustigado sin piedad.  Al hombre, le molesta la responsabilidad, huye de las decisiones, dejando que otros lo hagan por ellos.
La teoría “X” propone también el lema del palo y la zanahoria, es decir, el incentivo, que no es otro que el económico, como es lógico.
Por el contrario los jefes que profesan la teoría “Y”, tienen una visión positiva, optimista, del ser humano y de sus posibilidades sobre la felicidad en el trabajo. Consideran que el trabajo es un acto tan normal como el juego o el descanso, que las personas para realizarse precisan de unas metas y un compromiso.
Y yo digo que bien, que ni una cosa ni otra; pero eso sí, que a gusto de todos nunca llueve; pero al pobre si le cae agua le cae con granizo. El que trabaja lo hace por dinero, y punto pelota; pero hay muchos que trabajan por dinero, por una parte del dinero que se ganan, por el dinero que les dan, tras quitar el que les roban sus explotadores.
Además, citando a Maslow, las necesidades básicas del hombre se encuentran estructuradas jerárquicamente, según los niveles de importancia que tiene la consecución de estas. Se precisa la consecución de un nivel inferior para  que puedan emerger las del siguiente. Estas necesidades son: fisiológicas, seguridad, pertenencia y afecto, estima y autorrealización. La autorrealización es el nivel más alto y para aspirar a él debe tener satisfechos todas las anteriores. En el tercer mundo y, hoy día, en gran parte del primero, muchas personas siguen enclavadas en el primer eslabón jerárquico, ya que no tienen ni para pipas,  así que lo demás sobra.
La autorrealización como nivel superior es la máxima aspiración del hombre, el cual, como ente social, precisa estar integrado en grupos más o menos numerosos, en la sociedad. Siendo el grupo de trabajo uno de los principales grupos de afiliación del hombre, no el único, será preciso la autorrealización desde la consideración del hombre como ser social.
Uniendo la teoría de Maslow con la de McGregor, podemos descartar la teoría “X”, ya que, según el primero, la máxima aspiración del hombre reside en su autorrealización, en su propio ser como hombre y como ser social, lo que refuerza la teoría “Y” de McGregor.(*)
Tras esta breve exposición teórica sobre psicología de las Organizaciones, podemos darnos cuenta del desconocimiento profundo que acerca de estos temas tienen los directivos de las empresas españolas, los cuales tienen como uno de sus más grandes estandartes al individuo llamado Juan Roig, dueño de la cadena Mercadona y, por eso, una de las mayores fortunas del mundo.
Este señor, anclado en la teoría Taylorista, de la segunda mitad del siglo XIX, (x palito x), propugna la sumisión del trabajador a la producción y al beneficio económico, (de la empresa, que es él mismo), bajo una fuerte autoridad de la gerencia. Este individuo no debió ser el que dijo eso de “un trabajador feliz es un trabajador productivo”, seguro.
Esta persona, digo persona por su apariencia externa, no cerebral,  no conforme con tener una ideología retrógrada y fascista, se atreve a extenderla a los cuatro vientos, en la radio pública, para que todos sepamos quién es este elemento. La prepotencia de los superpodridos de pasta, les conduce a la indiferencia sobre la indignación que producen sus palabras en los demás, en los que no nos sobra el dinero.
Que comente estas idioteces retrógradas en su círculo de amistades no es relevante, ya que todo queda entre ellos y con ellos; pero no lo publique al aire de las ondas de radio, que la gente no está con los ánimos para oír estas chanzas idiotas.
Entre las flores del discurso de este personaje del dorado bursátil, destacamos una frase que será famosa con el tiempo por su ironía e imbecilidad: “siento envidia de los trabajadores chinos, su forma de trabajar y su mentalidad de producción. Gracias a Dios y desde mi máximo respeto y consideración a esta raza, tan diferente a la nuestra, quiero entender que se refiere a esos talleres que trabajan 24 horas al día, talleres clandestinos en sótanos de edificios y con trabajadores hacinados en espacios inhabitables, descansando gracias al envidiable método de la “cama caliente”, con 10 minutos para comer sin abandonar el puesto. Este Roig debió nacer en la época de los esclavos, sería el hombre más feliz del mundo, además seguro que él era un terrateniente blanco, porque todos tontos tienen suerte. ¡Pensaría lo mismo desde la perspectiva del esclavo!, claro que sí, por eso dice lo que dice.
Señor Roig, pruebe usted esta metodología de trabajo “china” con sus empleados, si puede, y veamos qué bien le va.
También dice que en España somos vagos, y lo dice siendo usted uno de ellos, supongo, españoles quiero decir, no creo que se incluya dentro de los vagos. Aunque por otro lado, lo que usted hace es usar un estereotipo, que es una generalización no real para simplificar una descripción, y al ser general usted está incluído, por lo que no se aparte de su propia descripción y considérese también un vago; pero yo le digo que más vago que los demás, pues es gracias al trabajo de los demás vagos, de los que usted ha obtenido su fortuna. Así que, por esta razón, tenga un poquito de consideración, si bien no con todos los españoles, al menos con sus trabajadores. Tenga en cuenta que si fueran como usted dice quizás no sería usted rico.
Permítame decirle que su cinismo al proponer que se debe desincentivar el paro, no tiene parangón. Esto lo podría decir si fuese usted quien lo pagase, que no es el caso, así que cállese.
Cuando una persona trabaja, cosa que hoy por hoy es un lujo, cotiza para el día en que personas como usted, y por la mala Gestión que realizan y su ambición sin límites, basándose en dudosas premisas de productividad, dejan de hacerlo. Y tenga en cuenta que el paro no es una situación deseada por nadie, todos queremos trabajar y no solo por dinero, sino por dignidad, por naturaleza o por autorrealización, como dice Maslow.
También dice que en España hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y lo dice usted. Esto lo puedo decir yo, que para comprarme un coche tengo que pedir un préstamo; pero que lo diga usted desborda los límites de la ética, más aún con la que está cayendo. Yo creo que lo que más les jode es ver a sus empleados de vacaciones en los mismos sitios que ustedes los ricos, con coches como los de ustedes y alguna vez en la mesa de su lado en el restaurante de lujo al que usted acude a diario.
Mire señor Roig, vida hay una y hay que vivirla, y hay que vivirla lo mejor posible y si los obreros van de vacaciones será porque se las han ganado, y si tienen coche es porque lo necesitan para trabajar y si se compran una mierda de piso de 60 m., en las afueras de las grandes ciudades, es porque cuentan con que usted y sus colegas no los despidan porque no ganan todo lo que quieren ganar.
Un obrero honrado, como lo son todos, nunca llega a rico, pocos salen de pobres y algunos acaban en el foso de la miseria por la asquerosa ambición de personas como usted.
Por último, eso que usted dice de “la mentalidad del todo gratis”, lo dirá usted por usted mismo, por los que como usted, con sus cortejos de abogados y banqueros dejan de pagar a las arcas públicas. Todo trabajador por cuenta ajena, con una mierda de nómina, paga religiosamente lo que tiene que pagar, usted no tiene y pagará, no le digo que no, lo que pongo en duda es si paga lo que tiene que pagar, y esto lo hago extensivo a todos los que como usted se limpian los mocos con billetes.
Mire, señor Roig, deje que le de un consejo, no diga más tonterías y mucho menos en la Radio Pública, estas cosillas cuénteselas a su gorila, o a su loro, o a sus guardaespaldas, al Rey a Rajoy; pero no lo diga en voz alta, que lo único que provoca es indignación, hacia usted y hacia su empresa; y aunque lo primero, por su prepotencia le importe un bledo, lo segundo seguro que le afecta.
Y otra cosa, mírese al espejo, en pelotas y repítase a sí mismo lo que dice a los demás. Quizá se dé cuenta de su propia estupidez y a lo mejor se vuelva un poco, solo un poco más humano, entonces podremos tutearle. Se sentirá mejor, piénselo.

Juan Carlos Vázquez

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