Superhéroe que salvó al pastor del lobo y lo jodió |
Dejó pasar un tiempo y volvió a repetir su broma, con
idéntico resultado.
La tercera vez que intentó reírse a costa de sus vecinos,
algo falló. En su carrera hacia el pueblo, gritando desesperado ¡que viene el
lobo, que viene el lobo!, tropezó con un tocón de pino y sufrió una voltereta
que le costó un fuerte golpe en el morro, (en Aragón se designa con este
vocablo la boca), y sus gritos producían risa, debido al elevado número de “f”
que intercalaba. ¡que fiene el lofo, que fiene el lofo!, decía con el morro
roto, mientras corría mirando al suelo, dirección al pueblo.
Nadie acudió a su grito de socorro, y cuando todo parecía
perdido, apareció Rajoy, vestido con los calzoncillos slips por encima del
pantalón y una gran capa con la bandera de Europa. Rajoy, acompañado de un
destello luminoso de superhéroe rural, similar al “tío la vara”, pero en
político; le preguntó por el motivo de sus gritos al humilde pastor. El lobfo,
que se come lafs ovejafs. El tío era humilde; pero tenía mucha guasa, ya que no
se cortó en su broma, pese a su gran trompada y a tener frente a él a un
superhéroe, que más tarde sabría que era el “salvador de España”. Claro, que el
pastor no sabía quién era, nunca había visto ningún superhéroe, y es por ello
que el aspecto de este le causó cierta “risita” que no pudo contener. Además,
al oírlo hablar, pensó que se estaba “guaseando” de él, ya que habla un poco
raro y creía que lo imitaba con lo de sus “f”. Encima que me he caído y del
daño que me he hecho, este “gacho” me hace la burla. En fin, como lo que
nuestro amigo quería era seguir con su broma, no le dio importancia a la forma
de hablar tan peculiar de nuestro héroe; así que le indicó el lugar en que
había dejado su rebaño, para que Rajoy fuese a salvarlo, mientras que él
buscaba escondite cerca de allí, en un lugar desde el que divisase toda la
escena para poder despacharse a gusto y revolcarse de risa.
No te preocupes, buen hombre, le dijo Rajoy, yo salvaré tu
rebaño. Así, se envolvió en su capa e intentó volar; pero no lo consiguió y se
fue andando al lugar indicado por el pastor. Una vez allí, en medio del rebaño,
sacó un teléfono móvil y marcó unos números.
El pastor contempló atónito la escena, el superhéroe en el
centro del rebaño, con el móvil en la oreja y haciendo las muecas típicas de
los que están hablando por el teléfono móvil.
Al terminar la conversación, giró la cabeza a uno y otro
lado, hasta que divisó al pastor escondido tras unos matorrales. Se dirigió
hasta él y dándole unas palmadas en el hombro le dijo que ya estaba todo
solucionado, que había pedido un rescate de 100.000.000.000. de euros y que con
ellos podría hacer frente a sus problemas con el lobo. El pastor, atónito, le
preguntó sobre el coste de ese rescate; pero Rajoy lo calmó con unas palmaditas
de ánimo y le dijo que no se preocupase, que no es problema. Con ese dinero
sanearan los bancos y el lobo no será problema.
Al día siguiente, el pastor, tras no pegar ojo en toda la
noche fue a por su rebaño y no estaba. Bajó al pueblo y preguntó al peluquero
por su rebaño; pero el peluquero ya no era peluquero porque el Banco le quitó
la peluquería. Preguntó al panadero por su rebaño; pero el panadero ya no era
panadero porque el Banco le quitó la panadería. Preguntó a la tendera en la
puerta de la tienda que estaba cerrada porque el banco se la había cerrado.
Nadie en el pueblo supo dar razón del rebaño del pastor, por lo que se dirigió
al Banco, donde estaba su rebaño; pero no se lo dejaron llevar.
El pueblo del Banco del pueblo, solo tenía abierta la puerta
del Banco del pueblo.
El pastor sacaba a su rebaño imaginario y bajaba corriendo
al pueblo gritando: ¡que viene Rajoy, que viene Rajoy! Y las gentes del pueblo,
las de sus negocios imaginarios, corrían en ayuda del pastor, armadas con palos
y piedras que encontraban por el camino; pero ahora llevaban los ojos
inyectados en sangre y una rabia indescriptible.
El pastor se escondió en un matorral y al ver a sus vecinos
encolerizados buscando al superhéroe de los rescates, no se atrevió a salir del
matorral en el que fue encontrado 20 años más tarde, aún con vida y delirando.
Solo preguntaba atemorizado si Rajoy había vuelto por el pueblo.
Moraleja: No bromees con tu pan que de fuera vendrán y te lo
quitarán.
Y si eres pastor quédate con el lobo, no lo cambies por
Rajoy.
Juan Carlos Vázquez.
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