Dibujo a bolígrafo y lápiz. Autor yo |
Desde Tiempos inmemoriales el hombre, ese ser bípedo antropomorfo, se ha cuestionado acerca de cuál será su final, no a nivel individual; sino más bien como especie, a nivel colectivo, a nivel social. Esta pregunta, en apariencia compleja, tiene una respuesta muy simple y para ello me basaré en el electrocardiograma plano. Esta prueba en una persona se distingue por los picos de la gráfica, más o menos acusados, cuando el ser en cuestión está vivo y por una línea plana horizontal cuando yace inerte, muerto. Pues bien, al tema, si esta línea es plana, la sociedad está ya en mejor vida y esa línea la define una sociedad vulgar, compuesta de seres uniformes, conformistas e iguales, seres marcados por la ritualidad de lo cotidiano, resignados a dejar pasar los días que construyen su cotidianeidad y costumbre. Entes humanoides sin ilusiones de futuro, sin ideas, sin objetivos, y por todo esto sin emoción.
Esta sociedad produce un
pitído ensordecedor en el electro que nos da idea de su triste final; puesto
que esa línea sin picos nunca puede producir una evolución de la especie. Solo
representa una constante y aburrida existencia finita. Sí, finita, digo bien,
ya que el infinito es un concepto abstracto de las ciencias positivas sin
correlación alguna con ningún aspecto de la realidad. Esto no significa nada
nuevo; pues de todos es sabido que nada se puede perpetuar en el tiempo; aunque
no nos dice nada de cuando se producirá ese fin. Para ello tenemos la
vulgaridad, y esta, no otra, será el catalizador de este proceso autodestructor
de los humanos de la tierra terrestre.
Si por algo podemos
definirnos es por la diferencia, no hay dos seres humanos iguales, J.M. Auel,
en su libro el Clan del Oso Cavernario, introduce en una comunidad de peludos y apestosos protohomínidos un ser de rasgos totalmente diferentes, una joven delicada de piel blanca
y sin apenas bello corporal, Ayla.
A partir de aquí elabora su
historia, sin ella se tendría que limitar a escribir un tratado antropológico
sobre la evolución del hombre. La presencia de esa bella joven hace posible el
cambio y es esa diferencia lo que introduce un nuevo modelo en el Clan y con
ello una posibilidad de futuro.
Necesitamos seres
diferentes, no más seres vulgares, para poder evolucionar y cuanto más grandes y
visibles sean las diferencias más rápido e interesante será el proceso,
pudiendo transformarse el simple cambio en Revolución.
Solo hay un problema y es
que una sociedad vulgar rechaza la diferencia y expulsa sin reparos a estos
seres polarizados a los que llama locos en sentido claramente peyorativo, sin
saber que su existencia se la debe a esos locos del pasado.
En un gráfico que
representase la normalidad social, estos seres serían puntos dispersos de la
tendencia central, a modo de pequeñas constelaciones de minúsculas estrellas.
Unos de ellos estarían en el plano positivo y otros en el negativo. Los
negativos son todos aquellos contraproducentes e involucionistas, que por no
tener importancia con el relato me vais a permitir obviarlos; pues serían tema
de otro debate.
Me centraré en esos otros
locos positivos, personajes absortos de la realidad y sumergidos en su propio
mundo de ciencia, arte o pensamiento, crearán y recrearán realidades paralelas
y posibles en base a criterios aceptados dentro de la condicionalidad científica y siempre
considerando la incertidumbre como base de sus argumentos.
Estos personajes cabalgan en
los picos del electrocardiograma abanderando sus propias revoluciones y dando
con ello vida a esta masa vulgar social. Personajes que montan sobre sus rocines flacos, sin miedo, por la línea de la frontera entre la razón y la locura y en cuyo extremo a tumba abierta, los mayores prestidigitadores, los poetas, con sus versos, sus odas y elegías, con sus poesías de amor, que harán remover
nuestros sentimientos vulgarizados por la rutina y con ello el pitido del
electro se silencia y el ser social retornará de nuevo a la vida.
No pretendo con este texto ser dogmático, ni tampoco, aunque me gustaría, autocalificarme como "loco". Solo deseo expresar una idea.
Juan Carlos Vázquez
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