sábado, 11 de abril de 2015

EL DIA QUE LA SOCIEDAD FUE AL CARDIÓLOGO Y LE PREGUNTO: ¿DOCTOR, ES GRAVE?. DÍGAME LA VERDAD

Dibujo a bolígrafo y lápiz. Autor yo


Desde Tiempos inmemoriales el hombre, ese ser bípedo antropomorfo, se ha cuestionado acerca de cuál será su final, no a nivel individual; sino más bien como especie, a nivel colectivo, a nivel social. Esta pregunta, en apariencia compleja, tiene una respuesta muy simple y para ello me basaré en el electrocardiograma plano. Esta prueba en una persona se distingue por los picos de la gráfica, más o menos acusados, cuando el ser en cuestión está vivo y por una línea plana horizontal cuando yace inerte, muerto. Pues bien, al tema, si esta línea es plana, la sociedad está ya en mejor vida y esa línea la define una sociedad vulgar, compuesta de seres uniformes, conformistas e iguales, seres marcados por la ritualidad de lo cotidiano, resignados a dejar pasar los días que construyen su cotidianeidad y costumbre. Entes humanoides sin ilusiones de futuro, sin ideas, sin objetivos, y por todo esto sin emoción.
Esta sociedad produce un pitído ensordecedor en el electro que nos da idea de su triste final; puesto que esa línea sin picos nunca puede producir una evolución de la especie. Solo representa una constante y aburrida existencia finita. Sí, finita, digo bien, ya que el infinito es un concepto abstracto de las ciencias positivas sin correlación alguna con ningún aspecto de la realidad. Esto no significa nada nuevo; pues de todos es sabido que nada se puede perpetuar en el tiempo; aunque no nos dice nada de cuando se producirá ese fin. Para ello tenemos la vulgaridad, y esta, no otra, será el catalizador de este proceso autodestructor de los humanos de la tierra terrestre.
Si por algo podemos definirnos es por la diferencia, no hay dos seres humanos iguales, J.M. Auel, en su libro el Clan del Oso Cavernario, introduce en una comunidad de peludos y apestosos protohomínidos un ser de rasgos totalmente diferentes, una joven delicada de piel blanca y sin apenas bello corporal, Ayla. 
A partir de aquí elabora su historia, sin ella se tendría que limitar a escribir un tratado antropológico sobre la evolución del hombre. La presencia de esa bella joven hace posible el cambio y es esa diferencia lo que introduce un nuevo modelo en el Clan y con ello una posibilidad de futuro.
Necesitamos seres diferentes, no más seres vulgares, para poder evolucionar y cuanto más grandes y visibles sean las diferencias más rápido e interesante será el proceso, pudiendo transformarse el simple cambio en Revolución.
Solo hay un problema y es que una sociedad vulgar rechaza la diferencia y expulsa sin reparos a estos seres polarizados a los que llama locos en sentido claramente peyorativo, sin saber que su existencia se la debe a esos locos del pasado. 
En un gráfico que representase la normalidad social, estos seres serían puntos dispersos de la tendencia central, a modo de pequeñas constelaciones de minúsculas estrellas. Unos de ellos estarían en el plano positivo y otros en el negativo. Los negativos son todos aquellos contraproducentes e involucionistas, que por no tener importancia con el relato me vais a permitir obviarlos; pues serían tema de otro debate.
Me centraré en esos otros locos positivos, personajes absortos de la realidad y sumergidos en su propio mundo de ciencia, arte o pensamiento, crearán y recrearán realidades paralelas y posibles en base a criterios aceptados dentro de la condicionalidad científica y siempre considerando la incertidumbre como base de sus argumentos.
Estos personajes cabalgan en los picos del electrocardiograma abanderando sus propias revoluciones y dando con ello vida a esta masa vulgar social. Personajes que montan sobre sus rocines flacos, sin miedo, por la línea de la frontera entre la razón y la locura y en cuyo extremo a tumba abierta, los mayores prestidigitadores, los poetas, con sus versos, sus odas y elegías, con sus poesías de amor, que harán remover nuestros sentimientos vulgarizados por la rutina y con ello el pitido del electro se silencia y el ser social retornará de nuevo a la vida.

No pretendo con este texto ser dogmático, ni tampoco, aunque me gustaría, autocalificarme como "loco". Solo deseo expresar una idea.


Juan Carlos Vázquez

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