domingo, 1 de marzo de 2015

¿OIGA SEÑOR, QUIERE QUE LE DEMOS UNA PATADA EN EL CULO O SE ENCUENTRA BIEN COMO ESTÁ?. LO QUE USTEDES DIGAN

Mi yo camuflado
Detrás de la costumbre se esconde la presunción implícita, apenas expresada y mucho menos cuestionada de que “las cosas son lo que son, y punto”. Además las personas, individual o colectivamente, poco tienen que decir frente a los veredictos de la naturaleza o del contexto social que nos envuelve y dentro del cual desarrollamos nuestras vidas. El resultado de esta visión inerte y superordenada del mundo, se muestra blindada a cualquier argumentación que tenga como fin desestabilizarla.
Según el sociólogo Zigmunt Bauman, lo dicho anteriormente “implica la combinación mortal de dos creencias. En primer lugar, existe la creencia de que no se puede cambiar el orden de las cosas, la naturaleza humana ni el curso de los asuntos humanos. En segundo lugar, existe una creencia en la debilidad humana que bordea la impotencia.” Según el autor esto no supone otra cosa que “rendirse antes de que la batalla haya comenzado”.
Este conformismo social, esta pasividad que sitúa al hombre fuera de su papel protagonista en su propia existencia, fue definida ya por Étienne de la Boétie como “servidumbre voluntaria”. Pero esta afirmación, aunque errónea, está ganando relevancia en nuestros días, ya que no solo hay las dos alternativas opuestas, es decir, la plácida servidumbre o la rebelión contra ella. Existe una tercera vía, el quietismo, la oscuridad deseada, la emigración interior, elegida por millones de personas todos los días. Las personas son siervas de la rutina y las costumbres diarias y se resignan ante la imposibilidad de cambiar este hecho, con la convicción profunda de su propia irrelevancia en el proceso y de la ineficacia de sus acciones individuales.
Tras esta introducción basada en Zigmunt Bauman*, que considero muy interesante, puedo meterme de lleno en lo que realmente vengo a exponer en este escrito, desde la humildad y desde la conciencia de no crear una ley sociológica universal, y de que esto que yo digo no afectará al curso de los hechos sociales y de la Historia.
Hoy día partimos de la base de que las personas no somos agentes pasivos de nuestro futuro, y por tanto somos dueños legítimos de nuestro destino, podemos elegir los objetivos y gracias a nuestra naturaleza y cultura humana somos capaces de aprender, lo que sea necesario, para conseguirlo. Pero por otro lado, los asuntos humanos están influidos por multitud de factores lo que hace que nuestras acciones intencionales tengan, a veces y por desgracia, efectos o consecuencias no deseadas.
Todo este complejo hace que veamos el cambio personal o social con miedo, a modo de Hidra de Lerna, con multitud de cabezas de serpiente. Nuestra propia cultura española basada en una especie de intrincado político, económico y social, con base en la interrelación Iglesia y Estado, que nos constituye en un régimen calificado por algunos como Monarquía Nacional Católica, hace que rechacemos el cambio por sistema, hasta el punto de presentarnos más creíble la posibilidad del Fin del Mundo que la del fin del Capitalismo. Cuando quizás la verdadera Hidra devoradora de nuestra especie sea el propio Capitalismo.
El orden social así constituido, está custodiado por las estructuras macro de la sociedad, actuando estas a modo de garantes del mismo; pero si estos vigilan Nuestra Paz y Orden, ¿quién los vigila a ellos?, o como reza en latín, ¿Quis custodiet ipsos custodes?.

*¿Para qué sirve realmente…? un sociólogo, de Bauman, pág 24, 25

Juan Carlos Vázquez

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