Pobres recibidos por el Papa de los pobres |
La verdad es que hoy por hoy, no sé en qué mundo vivo, y
creo que no voy borracho. Estoy en un mundo con dos Papas, que a mí como si son
diez; pero no debe ser un hecho muy común, además esos dos coinciden en espacio
y tiempo en una ceremonia en la que han acordado hacer Santos a otros dos
compañeros suyos, bueno, mejor dicho excompañeros.
De pequeño, cuando era niño, me enseñaron o trataron de
hacerlo, sobre la distancia entre el mundo terreno, el nuestro, el de los
hombres de carne y hueso y el de Dios, los santos y las almas puras. Una
distancia insalvable e incalculable. Pensaba que había 365 Santos, tantos como
días tiene el calendario y que cumplían una función meramente significativa o
simbólica, de recordarnos a todos y cada uno de nosotros cuando era el día en
el que debíamos celebrar nuestro Santo, y con ello recibir nuestros regalos,
tan esperados en esa etapa de nuestra vida.
Nada sabíamos de las vidas de estos personajes tan
ilustres y destacados del santoral, ni nos preocupaba; pese al afán doctrinario
de nuestra cultura católica, lo que nos importaba era el premio, los regalos de
nuestros parientes y amigos. Hoy, en el mundo de los dos papas, cual dos lunas
o dos soles, resulta que los santos no son personajes de tiempos pretéritos que
se dejaron arrancar las tetas o los ojos o las tripas en vivo. Son personas que
nacieron ayer, como aquel que dice, que conocimos su obra, su vida, sus hazañas
y sus despropósitos. Sabemos lo que hicieron y lo que no hicieron y, la verdad,
si lo veo con los ojos de aquel niño que hace tiempo dejé de ser, me vería
frustrado al saber que los santos no son lo que yo creía. Ya no son seres sobrenaturales
dotados de poderes o asesinados de forma cruel por sus semejantes. Vaya mierda,
si se trata de santificar por santificar sea, que a mí me da igual, ni me va ni
me viene; pero creo que ya vale, más que nada lo digo por lo que esto de la
santificación nos cuesta a los pobres. Quién si no ha pagado los viajes del
séquito monárquico pepero que asistió en primera fila al evento, quién pagó el
avión que los llevó, quién pagó las cenas de todos ellos, quién pagó el traje
diseño Julio Romero de Torres de la reina. Si quieren hacer santos que los
hagan, es fácil, con decir unas palabras vale, yo Papa tal te hago santo y vale,
luego se publica en los periódicos y a correr. Además, el Papa de verdad, el
que de los dos que hay hace de Papa, que tanto predica de pobreza y humildad, cómo se presta a estos
lujuriosos eventos, cómo permite que los asistentes sin título hagan largas
colas, mientras por la puerta de detrás entran directos a sus asientos de terciopelo
los gobernantes, poderosos y demás representantes de la oligarquía mundial;
junto con algún que otro dictador y asesino en masa. Pobres no vi ninguno, yo
no tengo ni para ir a Roma en autoestop, así que como no se colase algún
foráneo que no creo, de pobres cero. Así que menos humildad y menos pobreza teórica
y doctrinal y más práctica y ejemplo que para eso os hicieron Papas; aunque ya
digo que a mí plín.
Juan Carlos Vázquez