Donde nacen los sueños |
Respiro
hondo y cojo aire, de fondo un disco de vángelis juega con las ondas del aire
que inunda mi cuarto de reflexión profunda. Sentado, a mi izquierda una cortina
impermeable y a mi derecha un rollo de papel blanco enrollado pidiendo que juegues
con él, que estires de él. Un poco más alejado el bidé, justo debajo de un
radiador colgado en la pared a modo de toallero. La puerta cerrada y enfrente
de mí, yo otra vez; pero yo al revés, mi yo en el espejo sobre el lavabo. Aunque
en apariencia sea una zona de la casa fría, es el único lugar en que somos
realmente nosotros, aquí no vale fingir, cantas sin pudor, te desnudas sin
pudor, te limpias de las impurezas externas y, cuando te atreves a cantar
limpias tu interior. Tu voz suena cual barítono y te atreves con arias, adagios
y hasta zarzuela, trasformándote en tenor, o soprano o mezzosoprano, es igual
eres libre y estás solo. (Si no estás solo no se te ocurra hacer el payaso como
cuando sí lo estás).
En este
habitáculo forrado de cerámica, tras hacer lo que allí has ido a hacer, dedicas
un tiempo a tu interior, a la meditación, silenciosa, aislada y fría. Miras al
espejo intentando ver más allá de lo reflejado, cierras los ojos; pues con
ellos abiertos sigues viéndote a ti mismo con los pantalones bajados, y eso
rompe con toda magia.
De pronto
la pituitaria de nuestra nariz detecta un aroma que no le es desconocido, e
incluso me atrevo a decir que no le resulta del todo desagradable, quizás sea
por identificación, y mi pensamiento, inmediatamente deriva hacia derroteros no
buscados voluntariamente. Mis deseos se desvanecen en pro de la nueva dirección
a la que me conducen las circunvalaciones cerebrales.
Relaciono
el olor con algo conocido…, la política, todo me comienza a oler a Rey, a
Rajoy, a Zapatero, a Rubalcaba, a Aznar, a Felipe. Olores a naturaleza política
podrida que salen del interior de la taza del water, entre los huecos dejados
por mis piernas abiertas. Sale de ahí, me repugna, ¿cómo es posible tanta
mierda junta?, ¡qué asco!. ¡A la mierda mi periodo de meditación!, ¡serán
cabrones!, ¡cuadrilla de sanscoulottes!, ¡fetos malparidos!.
Siempre la
misma historia; aunque por suerte en este mi pequeño mundo forrado de baldosas
es fácil desprenderse de la mierda, basta con tirar de la cadena, (¿porqué
diremos siempre tirar de la cadena cuando lo que hacemos es apretar un pulsador
o tirar de un tirador?) y adiós, al fondo del mar matarile rile rile matarile
rile ron, chis pón. Parece que vuelvo a sonreír, mi vida comienza a llenarse de
gozo, si todo fuera tan fácil.
A mi
querido Rajoy que me lo imagino marrón y con moscas a su alrededor y me asusta,
y a su niña, que da más miedo, si es que eso es posible, ahora os despido
vaciando la cisterna y os veo marchar tragados por el remolino perfecto que
produce el agua al vaciarse en este hemisferio.
Juan Carlos
Vázquez
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