martes, 29 de marzo de 2016

UN PSEUDOATEO EN LA SEMANA SANTA DE SAN ROQUE, CÁDIZ


Yo soy uno de esos católicos culturales, es decir no practicantes. Soy lo que soy porque así lo soy desde que nací, y esto es así porque lo es y no se puede cambiar. Las pautas de crianza y los dictados institucionales que han regido o que han intentado dirigir mi desarrollo han estado marcados por una serie de preceptos del cristianismo occidental. 
Me revelo contra el poder de la Iglesia Católica y soy consciente del daño que ese poder ha tenido en nuestra evolución; pero eso forma parte de otro debate situado en el polo opuesto de lo que aquí vengo a relatar.

Lo que vengo a contar es lo que siente un pseudoateo como yo en la Semana Santa de una preciosa Ciudad del Sur de Andalucía, San Roque, donde reside la ciudad de Gibraltar.
Esos pesados y preciosos pasos procesionales, cargados sobre los hombros de los costaleros, las imágenes talladas con expresiones tan humanas que parecen tener vida propia.

La Piedad, o la Virgen de las Angustias, como aquí la llaman, con su hijo en brazos, sea o no divino, expresa el sufrimiento de una madre ante la pérdida de su hijo. Lo peor que le puede pasar a una madre. 
El Cristo de la Humildad y la Paciencia, esperando su sentencia, personaje que denota unos valores casi perdidos hoy día, en un mundo estresante y estresado.
La Esperanza,... puede ser cualquier mujer, que por el mero hecho de sentirse viva mantiene la ilusion de un futuro mejor para ella y para los suyos. 
La Soleá, esa madre huérfana de hijo por la injusticia de los hombres, por las drogas o por una guerra que no es suya o por la enfermedad que lo arrancó de su lado.
El crucificado, con aspecto gitano, larga melena y acribillado a sufrimientos, con su corona de espinas y sus heridas en brazos, piernas y costado. sobre una cruz que puede ser la vida misma.
El Nazareno, el de Medinaceli,..y tantos otros, hasta catorce. Catorce pasos salieron de la puerta de la Iglesia acompañados de unas bandas de música que parecían rivalizar entre ellas para ver cual lo hacía mejor.

Los costaleros pasaban a tu lado por las estrechas y empinadas calles de la ciudad, haciéndote partícipe directo de su sudor, de su sufrimiento, de su carga, de su olor.
Por cualquier rincón, alguien salía de entre la multitud o se quedaba escondido entre ella para cantar una saeta desgarradora y cargada a reventar de arte y sentimiento a su Santo o a su Virgen. Sentías su aliento sobre tí y hacía que el vello reaccionase y que la piel se encogiese como si pequeñas descargas eléctricas la recorriesen.
Jóvenes y mujeres de largo y negro pelo piropeaban a gritos a las Vírgenes cuando se acercaban a ellas.
Aplausos a las saetas, aplausos a los piropos, aplausos a los esforzados costaleros, a las bandas de música, aplausos que te envuelven y te eliminan como mero espectador para hacerte partícipe del evento.

Penitentes encapuchados y costaleros y niños soñando con ser un día llegar a serlo, cante, gritos, llantos, lágrimas de hombres y de mujeres y de mi amigo Balti, que por enfermedad no pudo portar sobre su hombro a su Virgen de las Angustias. 

Emociones que se contagian por el aire cargado de incienso, de murmullos y de silencio, y de pasión y de vino y de sudor y de corneta y tambor.
También poesía, hermosa saeta recitada que hizo contraer la respiración y los corazones de los que la escucharon.

Semana Santa, porque así se llama, aunque podría llamarse de cualquier otra forma, qué más da. Semana en la que salen en procesión la Humildad, la Angustia, la Esperanza, la Paciencia, la Soledad, el Dolor, el Sufrimiento...sentimientos y valores no exclusivos de la religión, sino inherentes al ser humano, y yo, desde mi agnosticismo me estremezco ante esta representación encarnada por una madre y un hijo, sean o no santos, sean o no divinos, una madre y un hijo al fin y al cabo. 
Vivencia inigualable e irrepetible que es la Semana Santa en el que es uno de mis rincones preferidos de España, donde dejé mi infancia y gran parte de mi adolescencia, San Roque, Cádiz, donde reide la Ciudad de Gibraltar.