La televisión desprende imágenes y sonidos hacia el salón; pero nadie le hace caso. Frente a ella, en el sofá de tela marrón oscuro, chocolate, un cuerpo.
Una pequeña lámpara ilumina la estancia, solo se oyen, como lejanos, los sonidos emitidos por el absurdo aparto de pantalla plana, que se entremezclan con el ensordecedor ruido de la soledad.
Las estridencias que produce la ausencia del otro en la mente del personaje del sofá, se confunden con los ruidos de la tele y se forma un amasijo de sonidos surrealistas difíciles de descifrar. Las palabras se transforman en simples y monótonos ruidos en la mente de nuestro protagonista, ausente de si mismo.
Pegado al sofá, con su cerebro a miles de kilómetros de aquí, conversa consigo mismo y con sus recuerdos, ajeno a su propia ubicación, como un astronauta en estado de ingravidez. Inseguro ante la ausencia de una referencia, de un punto fijo al cual poder agarrarse.
No quiere estar aquí; pero tampoco puede irse. Perdido en el espacio de su soledad orbita sin rumbo en sus pensamientos perdidos en la distancia y el tiempo. viaja en la nave de su piel hacia ningún lado.
Un cigarro lo devuelve a su solitaria realidad, le prende fuego con su mechero azul y observa como se eleva el humo, deshaciéndose, hacia el techo del salón. El teléfono móvil yace inerte a su lado, no suena. Lo ha encendido y apagado más de cien veces buscando una llamada o un mensaje que nunca llega, que nunca llega...
Apaga el cigarro en un cenicero lleno de apestosas colillas, mira de nuevo el teléfono; pero nada, sigue callado.
Apaga la televisión, apaga la lámpara del salón, apaga todo y con ritmo zombi se dirige a la habitación, donde le espera una cama vacía. Es de noche, es tarde, muy tarde. Se introduce entre las sábanas con espantoso sigilo, como si hubiese alguien durmiendo allí y no quisiera despertarla, con la esperanza de quedarse dormido y así vaciar el tiempo que lo separa de mañana.
Sobre la mesilla un libro, una lámpara y su inseparable teléfono móvil callado.
Juan Carlos Vázquez
sábado, 7 de noviembre de 2015
viernes, 6 de noviembre de 2015
INDEPENDENZIA PERO DOS CUCHARADITAS SOLO, POR FAVOR
Hombre independiente, en su República independiente |
Pues bien, el término dependencia lleva implícito el concepto de independencia, por oposición al mismo, de tal forma que cuando dejamos de ser dependientes nos convertimos en independientes. Esta dependencia o independencia, puede ser material o inmaterial. La dependencia material engloba los aspectos económicos, de vivienda, de alimentación, etc. Mientras que los aspectos inmateriales se refieren a cuestiones afectivas, culturales, sociales, religiosas, etc.
Sea del tipo que sea ser independiente en cualquiera de los aspectos mencionados implica ser dependiente en el mismo o en otros aspectos. Por ejemplo la dependencia material de la casa de tus padres se elimina con la independencia respecto de esta, lo que crea una dependencia con el Banco que te ha prestado la pasta para adquirir tu independencia de vivienda; pero ya nuestro sentimiento es de independencia. Al fin, y para descanso de los padres, el joven ha logrado la independencia de sus progenitoress respecto del techo para vivir. Tenemos un cuarentón o cuarentona que por fin ha salido del nido, es INDEPENDIENTE; pero ahora ha creado un vínculo de dependencia económico respecto al banco, que le chupará la sangre y seguirá manteniendo el vínculo de dependencia de sus padres respecto de la alimentación, porque el banco no le dejará para comer y nuestro ser "independiente", deberá satisfacer sus necesidades alimenticias con los tupperwares de su mamá. Este es un ejemplo de los que podríamos citar miles, gracias a las combinaciones entre las diferentes dependencias e independencias materiales e inmateriales.
Sea como sea, la independencia en su más amplio sentido es un concepto individual, el hombre solo será independiente, cuando no dependa de ningún otro hombre, por tanto la independencia plena es individual. ¿qué pasa cuando la independencia es un concepto social?; pues está claro que es un concepto parcial, o sea, seremos colectiva y parcialmente independientes.
Cuando un colectivo reclama su independencia, reclama un nuevo tipo de dependencia, o lo que es igual, no es que esté reclamando independencia, sino que lo que realmente está reclamando es que el colectivo dependiente anterior se reduzca en número; pero esa Independencia no será más que una nueva dependencia; aunque eso sí, en un número menor de dependientes.
Pero vayamos a la definicion de independiente, según la que este, es aquel que no tiene dependencia, que no depende de otro. Según esto, los catalanes o los escoceses o quien sea no piden la independencia, sino la independencia en minúsculas o lo que es lo mismo, una nueva dependencia. Si solo es en aspectos políticos o económicos, ya no es total y esto además supone la creación de otras instituciones de las cuales serán de nuevo dependientes.
Esto me lleva a otra conclusión y es que el movimiento independentista seguirá produciéndose indefinidamente hasta que todos y cada uno de los miembros del colectivo logren este objetivo. Por tanto y en conclusión, lo que tienen que pedir los catalanes es lo que yo llevo reclamando toda mi vida, lo que no es otra cosa que mi propia independencia, punto y pelota, y no hay que marear más la perdiz.
Juan Carlos Vázquez
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